El segundo prototipo del Tupolev Tu-85, en 1951.
Una vez resuelto lo más urgente, tener un bombardero atómico de verdad, lo que se consiguió en 1949, los estrategas soviéticos exigieron ahora tener un bombardero atómico intercontinental, que pudiera acercarse a las prestaciones del Convair B-36 Peacemaker. La nueva máquina debía tener un alcance sin repostar de al menos 12.000 km. Hay 7.400 km en vuelo directo desde Moscú a Nueva York, pero utilizando la ruta polar y bases en Siberia se podía alcanzar territorio continental estadounidense en menos de 6.000 km de distancia.
La oficina de diseño de Tupolev se había puesto a la tarea desde que el Tu-4 o B-29 había despegado del suelo, con una versión agrandada llamada Tu-80. Empero el Tu-85 fue bastante más allá. El enorme avión, de más de cien toneladas a plena carga, tenía una autonomía real de 12.000 km y podía llevar la bomba atómica estándar de la época –que pesaba cinco toneladas– o dos de las bombas convencionales más grandes de la URSS, la FAB-9000, que pesaban nueve toneladas cada una.
El principal problema del Tu-85, que reunió gran cantidad de investigación en aerodinámica a través del TsAGI, es que apenas podía superar los 600 km/h a mucha altura, más o menos como el B-36 Peacemaker norteamericano. En 1951 (el 9 de enero de ese año fue su primer vuelo), el estándar para los bombarderos ya era de 900 km/h. En Corea los MiG-15 soviéticos (bajo cobertura china) habían derribado unos cuantos B-29 de la USAF, y resultaba evidente que los Sabre norteamericanos harían picadillo cualquier formación de Tu-85 acercándose a territorio USA. Tupolev no se preocupó, pues ya tenía a punto dos diseños de bombarderos rápidos que volarían en 1952, uno grande, de 80 toneladas (el Tu-16) y otro enorme, de 180 toneladas (el Tu-95).
Ecosistemas: 1947-1989 La guerra fría
Asuntos: Bombarderos
Tochos: Los aviones del terror