Aero A.101 nacional (arriba) y republicano (abajo) en 1937.
El Aero A.101 era la versión checa del clásico aparato de reconocimiento y bombardeo ligero de los años 20 y 30, y fue una de las más desgraciadas operaciones de compra de aviones del gobierno de la República durante la Guerra Civil. Adquiridos en mayo de 1937 a Checoeslovaquia con la cobertura de Letonia, el gobierno letón obligó al español a incluir en el lote varios Potez 25 y otros aviones viejos –la mitad de su fuerza aérea– y se embolsó una comisión suficiente como para comprar una docena de Supermarine Spitfire a Gran Bretaña, que estaban a punto de ser entregados cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial.
El cargamento permaneció tanto tiempo en los muelles del puerto de Gdynia, en medio de una confusión de intermediarios y agentes republicanos, que a la marina franquista no le resultó difícil interceptar el barco y desviar su carga al ejército nacionalista. En esta operación todos ganaron (Checoslovaquia, Letonia, el gobierno de Burgos y la casa Supermarine), excepto la República, que perdió mucho tiempo y mucho dinero en la operación.
Según algunos historiadores militares, el papel del Aero A.101 en la guerra civil es una buena demostración de la falta de agresividad y de profesionalidad (pachorra, para entendernos) del Ejército Popular de la República. Al haber caído el mismo anticuado modelo de avión en cantidades similares en ambas partes en lucha, el azar nos da aquí una comparación directa del espíritu de ambas fuerzas aéreas. Los historiadores militares son contundentes: mientras que los republicanos postergaban todo material militar obsoleto “entre lacrimógenas quejas o acerbas críticas [1]”, los nacionales apretaban los dientes y le sacaban el mejor partido posible.
Así el Aero A.101 fue en manos nacionales un mortífero instrumento que participó en todas las “campañas” de la guerra y sirvió eficazmente hasta el último día, mientras que lo republicanos lo sacaron a pasear tímidamente en la batalla de Belchite y lo relegaron después a la inane tarea del reconocimiento marítimo. Hay que decir que los A.101 republicanos llegaron más tarde que los nacionales (estos en la primavera de 1937, y aquellos en el verano de 1937 y la primavera de 1938) y no estuvieron siempre sobre las olas: volaron en los frentes de Andalucía y Extremadura y parece ser que participaron en la ofensiva republicana de Peñarroya en agosto de 1937, donde también había A.101 nacionales. Pero el hecho básico permanece: el ejército republicano tenía menos ardor guerrero que el ejército nacional.
La explicación más probable es que los soldados republicanos no habían desarrollado en un grado tan extremo como sus compañeros del ejército nacional el respeto a los oficiales y suboficiales que, cuando llega a superar el miedo al enemigo, constituye la piedra de toque de un ejército victorioso. Ocurrió algo parecido en el choque entre los soldados británicos y estadounidenses y los alemanes, en Europa en 1944. Los generales aliados se quejaron innumerables veces de la falta de agresividad del soldado de las democracias occidentales, que sólo se pudo solucionar a base de una superioridad material abrumadora en términos de kilos de material explosivo por cada soldado enemigo y de capacidad para lanzárselo desde grandes distancias. Los republicanos, como los aliados, eran civiles de uniforme, carentes de la tradición de disciplina militar ciega como columna vertebral de la existencia que caracterizaba a los nacionalistas españoles y a los nazis alemanes. Y la República careció siempre de la clara superioridad en armamento de que gozaron las democracias occidentales en la última fase de su guerra contra el Eje.
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[1] Mortera Pérez, A. : Armas para España… pese a Howson – Revista de Historia Militar nº 9 Marzo de 2001 (en http://www.sbhac.net)
Ecosistemas: 1936-1939 Guerra Civil Española