El primero que llegó a Berlín

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Un Armstrong Whitworth Whitley de la RAF a finales de la década de 1930.

 

El Whitley –nombre del suburbio de Coventry donde estaba la factoría de Armstrong Whitworth, la ciudad que fue destruida por un bombardeo alemán el 14 de noviembre de 1940– fue diseñado como bombardero nocturno. Sus comienzos fueron incruentos, dedicándose a regar Alemania con octavillas, pero luego pasó a deberes más sangrientos cuando los británicos abandonaron toda restricción y se dedicaron al bombardeo «en alfombra» de ciudades.

Podía llegar hasta Berlín si aligeraba mucho su carga de bombas, y allí lo inmortalizó Paul Nash en la acuarela Whitley Bombers Over Berlin (1941), donde muestra cuatro aparatos merodeando sobre la ciudad como aves de presa. En realidad el Whitley carecía de los sofisticados equipos de navegación que más tarde equiparon a las formaciones de Lancaster y Halifax, y sus largas incursiones nocturnas por la Europa sumida en la niebla nazi fueron una pesadilla para las tripulaciones. Se construyeron más de 1.700 ejemplares, de los que fueron derribados unos 300.

El prototipo del Armstrong Whitworth Whitley, que voló por primera vez en marzo de 1936

El Whitley fue la respuesta a una especificación del Ministerio del Aire de 1934 para un bombardero nocturno que además (como era habitual en la RAF, siempre pensando en el Imperio) pudiera servir como transporte de tropas, fácil de fabricar en serie y lo más estandarizado posible. El resultado final fue un avión muy feo, grande, anguloso y con belfos como los de un sabueso. Tras un rápido período de diseño y desarrollo, a mediados de 1937 ya estaba abasteciendo las unidades del recién creado Mando de Bombardeo.

Demostrando que siempre los panfletos preceden a las bombas, la primera noche de la guerra (la del 3 de septiembre de 1939) diez Whitleys lanzaron trece toneladas de octavillas sobre Hamburgo, Bremen y el Rhur. En un mundo perfecto, la guerra habría terminado a la mañana siguiente, convencidos los alemanes por los argumentos británicos para deponer las armas, algo así como la escena final del Gran Dictador. Pero no fue así, y el Whitley fue avanzando paso a paso por el camino sangriento del bombardeo moral de Alemania.

Fue el primer bombardero británico en sobrevolar Berlín (cargado de inofensivos panfletos al principio), la gran obsesión del Mando de Bombardeo en los años que siguieron, y el primero en bombardear con material mortífero Alemania e Italia. El largo radio de acción del avión le permitía llegar a los confines de Alemania, incluso rozando Checoslovaquia y Polonia (respectivamente Protectorado de Bohemia-Moravia y Gobernación General de Polonia desde 1939). La falta de comodidades del avión, que no tenía apenas instalación de calefacción, garantizaba que las tripulaciones podían regresar a su base, si lo hacían, literalmente congeladas tras un vuelo muy prolongado. Menos de 30 Whitleys participaron en el gran raid de los 1.000 aviones que destruyó el centro de Colonia en mayo de 1942. Fue una de sus últimas incursiones sobre Alemania.

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