Los Talleres Alemanes de Aviación intentan fabricar el superbombardero

El imponente DFW R.II, que voló por primera vez el 17 de septiembre de 1917

La firma DFW (Deutsche Flugzeug-Werke, Talleres Alemanes de Aviación), fundada en 1911 y con factoría en Leipzig, comenzó fabricando modelos Farman con licencia, pero ya en 1913 entabló buenas relaciones con el Ejército y comenzó a diseñar sus propios modelos, biplanos monomotores la mayoría, de los cuales algunos se fabricaron en gran número como aviones de reconocimiento una vez que la guerra disparó la fabricación de aeroplanos. En 1915 la compañía entró en el inexplorado y peliagudo terreno de los aviones gigantes (R, Riesenflugzeug), aparatos muy grandes capaces de volar a largas distancias con una pesada carga de bombas, los sucesores de los zeppelines.

El alto mando alemán creía en la idea, luego desarrollada por Dohuet, de flotas aéreas capaces de destruir ciudades enteras de un plumazo, pero de la teoría a la práctica iba un buen trecho. Se necesitaba como mínimo una potencia de 1.000 HP para levantar del suelo un avión capaz de llevar una o dos toneladas de bombas. Eso quería decir que había que trabajar con tres o cuatro motores de gran potencia, en torno a 250 HP, el máximo disponible en la época. Las especificaciones del arma aérea alemana exigían que los motores pudieran ser atendidos en vuelo, lo que obligaba muchas veces a diseñar salas de máquinas internas conectadas con las hélices externas mediante complejos engranajes, propensos a la rotura y a crear fuertes vibraciones en la estructura.

El modelo más grande y el segundo avión gigante que creó DFW, el R.II, podía en teoría llevar dos toneladas de bombas a 800 km de distancia. Pesaba más de 12 toneladas y tenía cuatro motores Mercedes de 260 HP cada uno, cada uno conectado con su propia hélice. El resultante monstruo aéreo se movía con tanta pesadez que tardaba más de una hora en alcanzar su techo de 3.000 metros. A partir de ahí, podía volar a unos 100 km/h rumbo a su destino.

Como todos los extraordinarios diseños de bombarderos gigantes que produjo el Imperio alemán durante la guerra, y se fabricaron unos cuantos, los pocos ejemplares construidos fueron enviados al frente del Este. El alto mando comprendía que en el denso ecosistema aéreo del frente occidental, atiborrado de aviones de caza aliados, los aviones R no habrían durado mucho. Parece ser que el modelo antecesor del R.II, el R.I, algo más pequeño, llegó a bombardear Riga, pero su sucesor fue encaminado a tareas de experimentación y adiestramiento. Tras el fin de la guerra, una versión propuesta para 24 pasajeros, la clásica conversión de bombardero en avión civil, no pasó de la fase de proyecto.

Más información:

DFW R.II(III)

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