Reactores para retener el Congo

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Un Fouga Magister de la fuerza aérea belga en Kamina, 1960.

 
El mundo de completa irrealidad en que vivía el gobierno belga con respecto al Congo queda bien definido por las palabras del gobernador Leo Petillon: «El Congo es quizá el único ejemplo de un éxito colonial total». En junio de 1958 Petillon entró a formar parte del gobierno de Bruselas, con el título de Ministro de las Colonias. A finales de ese año su sucesor, Marcel Van Hemmelryck, adoptó el más modesto y significativo de Ministro del Congo y de Ruanda-Urundi (1). Era un signo del cambio de los tiempos: a finales de la década de 1950 la independencia del Congo, que antes se creía que era una cuestión de décadas, de repente se aceleró a un plazo de unos pocos meses.
El 4 de enero de 1959 la prohibición de un mitín de Joseph Kasabuvu se hizo a tiros, con el resultado de un centenar de muertos en Lèopoldville.  En octubre de 1959 la Force Publique dispara y provoca una matanza en Stanleyville. En enero del año siguiente, una gran conferencia de líderes congoleños convocada en Bruselas decide la fecha  de la independencia, que será el 30 de junio de 1960. Una de las respuestas belgas a la «agitación ininterrumpida»·que comienza en el Congo fue enviar una escuadrilla de jets; después de todo, como dirá un periódico de Bruselas «Si hemos conquistado el Congo utilizando fusiles, podremos conservarlo usando reactores».
La fuerza aérea belga había comprado 45 Fouga Magister, con intención de equipar con ellos la Escuela de Pilotaje Avanzado de Kamina, en el este del Congo. El primer avión llegó en enero de 1960, y hubo tiempo de llevar 18 hasta la fecha de la independencia. La escuela de reactores no llegó a funcionar, aunque seis Fougas armados con cohetes y ametralladoras realizaron misiones de intimidación de la población congoleña (2). Cuatro de ellos fueron enviados a Léopoldville, al aeropuerto de N’Djili, con la misión de garantizar la seguridad de los numerosos vuelos de evacuación de colonos europeos que la Sabena estaba haciendo por aquellos días (3). Los aviones fueron finalmente repatriados, aunque se sospecha que algunos acabaron en manos de la Avikat, la fuerza aérea de Katanga.

 

(1) Raymond Cartier: Historia mundial de la postguerra. Mas-Ivars, 1971
(2) Les ailes militaires belges
(3) Dominique Simonet: L’adieu au Fouga  (La Libre Belgique)

 

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