Un Breguet 19 de la Aviación Militar, Aeródromo de Cuatro Vientos. 15 de diciembre de 1930.
Ya habían fusilado a Fermín Galán y a García Hernández, los mártires de la República, cuando Ramón Franco (uno de los hombres más famosos de España por entonces), con un selecto grupo de aviadores, entre los que se encontraban Hidalgo de Cisneros, futuro jefe de la aviación republicana durante la guerra civil y Joaquín Collar, que formaría parte del equipo del célebre vuelo del Cuatro Vientos, emprendió una sublevación contra el gobierno de la monarquía.
Hidalgo de Cisneros recordó en sus memorias el momento en que Queipo de Llano, jefe de la sublevación por su superior rango, se vestía de general con el mismo gesto con que un torero se viste de luces en una plaza de pueblo. Los militares sublevados contaban con el aeródromo de Cuatro Vientos y nada más, así que la principal arma disponible eran los Breguet 19 alineados en el campo de aviación. Franco mandó armar un avión y se dispuso a bombardear el Palacio Real y los cuarteles que no se habían unido a la rebelión, es decir todos menos la base aérea. La copla lo canta así:
Las dos de la madrugada /se ha presentado en Madrid
Franco con su aeroplano / a defender el país.
Les mandan un telegrama / a García y a Galán
que a las diez de la mañana / les iban a fusilar (1).
Parece ser que Franco sobrevoló el Palacio, pero la presencia de numerosos rorros y sus correspondientes amas de cría en los jardines de la Plaza de Oriente le hizo desistir del bombardeo. Lanzó todas las octavillas que pudo sobre la ciudad incitando a la rebelión contra el régimen monárquico y regresó a la base, de donde tuvo que despegar poco después, huyendo de las fuerzas del gobierno, en ruta hacia Portugal, para lo cual no había más que seguir el brillante curso del Tajo.
Su exilio duró exactamente cuatro meses, pues el 14 de abril de 1931 se proclamó solemnemente la República en medio de un entusiamo popular tan desmedido que el presidente del Gobierno provisional, Niceto Alcalá Zamora, intentó enfriar los ánimos en su discurso radiado ese mismo día hablando así: “con el corazón en alto os digo que el Gobierno de la República no puede dar a todos la felicidad, porque eso no está en sus manos”. Pero nadie le creyó.
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(1) FRAILE GIL, José Manuel: LA SUBLEVACIÓN DE JACA VIVE AUN EN LA MEMORIA MADRILEÑA. (Diciembre 1930-Diciembre 2000). Fundación Joaquín Díaz. Revista de Folklore Año: 2000. Tomo 20b, nº 240
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