Focke Wulf Fw 190 de una de las Escuadrillas Azules en la Unión Soviética, en 1943
Según la doctrina de las tres guerras, desarrollada por la diplomacia española ya avanzado el conflicto mundial, España era estrictamente neutral en el conflicto entre el Eje y Gran Bretaña y Estados Unidos, apoyaba la lucha de Alemania y sus aliados contra la Unión Soviética y estaba ligeramente a favor de los Estados Unidos en la guerra que estos libraban contra Japón.
Aunque sondeó a Franco sobre la posibilidad de entrar en guerra en las filas del Eje, Hitler concedía mucha más importancia a la colaboración francesa que a la necesariamente débil contribución española a la guerra. La famosa entrevista de Hendaya fue precedida y seguida por sendas entrevistas del Guía alemán con los jefes del Gobierno francés, y eso explica en parte sus magros resultados. Si la parte del pastel colonial francés que deseaba Franco en África se le hubiera concedido, las cosas habrían sido distintas.
Tras el ataque alemán a la Unión Soviética en junio de 1941, el siempre cauteloso Franco vio la oportunidad de echar una mano en la lucha contra el comunismo sin comprometer demasiado ni la política ni los menguados recursos del país. La Escuadrilla Azul fueron varias pequeñas unidades de caza que participaron en el avance hacia Moscú primero y en la larga retirada posterior. No tenían ninguna relación aparte de la nacionalidad con la División Azul.
Lejos de enviar un cuerpo expedicionario, España envió pilotos, veteranos de la guerra civil, que fueron entrenados y equipados en Alemania, primero con el ya conocido Messerschmitt Me-109 y luego con el más avanzado Focke Wulf Fw 190. Los militares del aire españoles no volverían a manejar un avión tan moderno hasta casi tres lustros después, cuando llegaron los Sabres norteamericanos.