Un Yakovlev Yak-1 de segunda generación, con un prolijo letrero dedicado por los trabajadores de una granja colectiva a un piloto del frente de Stalingrado. Era frecuente que los obreros de una fábrica o koljós pagaran a escote un avión para entregar a la fuerza aérea soviética, lo que se indicaba en la leyenda correspondiente pintada en el fuselaje. Otros muchos aviones llevaban letreros como ¡Muerte al fascismo! o ¡Por Stalin! o letreros más personales.
A. S. Yakovlev tenía 33 años cuando diseñó la primera versión del caza soviético más exitoso de la segunda guerra mundial, el Yak-1 y sus sucesores Yak-3, Yak-7 y Yak-9. El avión voló por primera vez en enero de 1940 y fue asignado a la producción en masa en junio de 1941. El 22 de ese mes comenzó la operación Barbarroja, el ataque nazi a la Unión Soviética, y fue necesario trasladar toda la fabricación del avión a Kámensk-Uralsky, en la ladera este de los Urales, a 1.800 kilómetros de distancia de Moscú. Así entró el Yak-1 en la épica soviética de la Gran Guerra Patria. Tras el infernal viaje en ferrocarril de la factoría entera, la producción del avión se reanudó en pocas semanas. Cuando se hizo balance del total de Yaks-1/3/7/9 fabricados hasta 1945, se encontró la enorme cifra de 37.000 unidades (1). En la imaginación popular el Yak-1 era el avión que le dio su merecido al invasor alemán, midiéndose de igual a igual con los Me-109 de la Luftwaffe. Se dio mucha publicidad a su papel en el frente de Stalingrado, donde participó decisivamente en la primera vez que la fuerza aérea soviética obtuvo superioridad aérea sobre la alemana. Fue el avión que utilizó Lidya Litviak, la famosa as soviética, que desapareció en Kursk en 1943 pilotando uno.
(1) Bill Gunston: The Illustrated Directory of Fighting Aircraft of World War II
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Ecosistemas: 1939-1945 Segunda Guerra Mundial