Cuando los Wapitis dominaban Irak

 

Westland Wapiti de la fuerza aérea británica en Irak, 1930. El Wapiti sustituyó ese año al DH.9 en las tareas de control aéreo del país.

 

El ecosistema aéreo británico en Irak era muy sencillo. La especie dominante eran los bombarderos ligeros de la Gran Guerra reconvertidos, como los RAF(RE).8, los de Havilland DH. 9 y sobre todo los Bristol Fighter. Todos eran aviones de una o dos toneladas de peso, capaces de llevar 100 o 200 kg de bombas a menos de 200 km/h, con un radio de acción de pocos cientos de km. Se les adaptaba a su nuevo medio ambiente mediante radiadores especiales y filtros para la arena. Muchas tripulaciones llevaban, además del equipo estándar, toda clase de adminículos por si tenían que hacer un aterrizaje forzoso sobre el desierto, que incluían provisiones extra de agua potable y combustible, rueda de recambio, equipo de acampada e incluso una bicicleta. Todo lo cual com-prometía gravemente las posibilidades de cargar bombas de los aviones.

Estos aviones no evolucionaron apenas en los 20 años que duró la edad de hierro de la aviación colonial británica. En la década de 1930 llegó el Westland Wapiti, un descendiente directo del de Havilland DH-9 y de su antecesor el DH-4, pues la especificación del Gobierno no pedía ningún salto adelante de la tecnología, sino simplemente una versión más potente y robusta de estos probados aviones coloniales, incluyendo abaratar su fabricación conservando la mayor cantidad posible de piezas comunes. El Wapiti solo se diferenciaba de sus antecesores en que tenía un motor más potente y fiable y en que podía cargar algunas bombas más.

El Westland Wapiti era pues una versión remozada del de Havilland DH-9, a su vez una versión ligeramente actualizada del DH-4. Había más avance tecnológico en aviones de pasajeros coloniales como el HP-42, que por esas mismas fechas surcaba los cielos con objeto de transportar a sus puestos a los administradores del Imperio. Ni siquiera se necesitaba una gran cantidad de aviones para un trabajo efectivo: la producción total de Wapitis sólo llegó a 500 unidades, más la mitad de las cuales fueron enviadas a ultramar.

En 1930 el Wapiti ya equipaba unidades en Iraq, la India, Australia y Sudáfrica. Estos aviones hacían toda clase de trabajo aéreo colonial. En septiembre de 1932, en Sudáfrica, fueron enviados a Windhoek, la capital del entonces Mandato de África del Sudoeste, y desde allí al norte, cerca de la frontera con Angola, a la región que los sudafricanos llamaban Ovamboland. Allí aplastaron una rebelión nativa por el procedimiento de bombardear su ganado. En junio de 1933 los Wapitis volaron 1.000 km desde su base en Shaibah, junto a Basora, en Irak, hasta Sharjah, en la costa del golfo Pérsico, para hacer una demostración aérea sobre los beduinos. Se había informado (erróneamente) que tenían intención de atacar la estación local de Imperial Airways.

Los Wapiti funcionaron bien en Irak, debido a su robusta construcción completamente metálica recubierta de tela y a un motor muy confiable, cosa importante cuando se volaba sobre amplias extensiones semidesérticas. La táctica de vuelo incluía aterrizar rápidamente a la vista de una tormenta de arena y asegurar el aparato, para lo cual se incluían cables y coberturas diversas en el equipo estándar, así como depósitos de agua, víveres y material de supervivencia.

El trabajo cotidiano de los Wapitis era de dos tipos: vigilancia del territorio mediante vuelos de reconocimiento regulares y, en caso de insurgencia, acciones de castigo de los elementos rebeldes. El procedimiento estándar consistía en bombardear con precisión las casas de los jefes rebeldes a la autoridad y la ley (la Pax Britannica) en aldeas que se suponían evacuadas gracias a las advertencias previas. Los aldeanos se refugiaban en providenciales cuevas de los alrededores. A continuación comenzaba el asedio aéreo. Los aviones orbitaban sobre la aldea impidiendo a los lugareños regresar todo el tiempo necesario hasta que las multas o los impuestos se pagaban y el incidente se daba por terminado. El Wapiti resultaba un avión muy adecuado para esta tarea.

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