La justicia baja del cielo en la Libia italiana

 

 

Un Caproni Ca.82 C de pasajeros, otra variante del Ca.73 original provista de motores más potentes. Permite imaginarse el aspecto del Ca.82 Co, otra variante acondicionada para funcionar como avión colonial multiusos. Con este fin tenía cinco ventanas a cada lado, varias bodegas de almacenamiento de suministros, posibilidad de llevar soldados o camillas de heridos, depósitos de agua, bombas y una ametralladora trasera para disparar al suelo. En octubre de 1927 una escuadrilla de ocho aviones de este tipo fue enviada de Milán (donde estaba la factoría Caproni) a Tripoli, con una sola escala en Catania (1). 

 

En abril de 1927 el energético Italo Balbo, viceministro de Aeronáutica (el ministro era el propio Mussolini) giró una visita de inspección a las unidades de aviación en Tripolitania y Cirenaica (2). Uno de los resultados de la visita, siendo el principal imprimir un ritmo más violento y fascista a la acción de los aviones italianos sobre los nativos rebeldes, fue la sustitución de los vetustos Capronis Ca.3 por los nuevos Ca.73, más rápidos, con más capacidad de carga y mejor adaptados a la guerra colonial.

En 1929 las dos colonias de Tripolitania y Cirenaica fueron unificadas en la llamada Libia italiana y Graziani asumió el mando de las operaciones para la aniquilación definitiva de la resistencia. En su discurso inaugural en Bengasi, aseguró que su conducta se inspiraría en «principios claramente fascistas». Graziani tenía varios años de experiencia en la guerra colonial, habiendo sido su última misión la reconquista del Fezzán. Entre 1930 y 1932 sometió a Cirenaica a un tercer grado de la guerra colonial, que incluyó la deportación de la población a campos de concentración, el cierre hermético de fronteras y un uso extenso de la aviación.

Por inspiración suya, los aviones italianos comenzaron a lanzar sobre la población local no solamente balas, bombas y gases tóxicos, sino también sentencias judiciales. Los tribunales especiales o tribunales volantes lo eran literalmente, pues a menudo utilizaban el avión para acercarse al lugar donde debían impartir justicia instantánea. En palabras del propio Graziani, «En cuanto se tiene noticia de un arresto en flagrante delito, el tribunal parte y la justicia baja del cielo». En un año (marzo de 1930 a marzo de 1931) 758 personas fueron detenidas y juzgadas por este procedimiento, de las que 119 fueron ejecutadas, siendo el resto exculpado o condenado a penas diversas. Los magistrados militares habían volado 84 horas en total (3).

En abril de 1929, la aviación colonial italiana inventó una nueva técnica de guerra aérea. La columna rebelde de Ahmed Sef en Nasser huía a través del desierto del Fezzan tras un ataque frustrado y los aviones bombardearon los pozos del Uadi Tegmel con bombas de fosgeno, para impedir que los usaran los guerrilleros (4). Los Ca.73 eran muy útiles para bombardeos profundos en territorio enemigo, donde podían destruir los puntos fuertes de la economía local, no precisamente fábricas y ferrocarriles, sino los rebaños de ovejas y camellos, que no solo eran el modo de vida de la población, sino la moneda con la que adquirían armas y municiones. El arsenal aéreo de la Regia Aeronautica sobre Libia incluía ametralladoras Lewis y Vickers y bombas de fragmentación antipersonas, letales sobre columnas no muy dispersas y rebaños de camellos. Las bombas de fosgeno e iperita se usaban para envenenar los pozos, más que para asfixiar a los enemigos. Pesaban unos 40 kilos, incluyendo la carcasa y la carga explosiva, por lo que no quedaba mucho espacio para el gas tóxico.

Los guerrilleros desarrollaron una técnica para responder a los ametrallamientos aéreos, y consiguieron derribar así algunos aviones, dos Ro.1 y un Ca.73 en la primavera de 1929. Consistía en aguantar el ataque de los aviones hasta que llegaban a su cota más baja (unos 150 m. en el caso de los Ca.73) y entonces, a la señal, hacer una descarga única y concentrada sobre el aparato (4).

Otra innovación tecnica desarrollada en la conquista de Fezzán fueron las unidades de camellos llevando bidones de gasolina, lubricante, municiones, y lo necesario para la asistencia tecnica de los aviones incluidas en las columnas expedicionarias que penetraban en este territorio, más grande que toda la península ibérica. También se organizaron varios depósitos avanzados de sumnistros para aviones en las profundidades del Fezzán (3).

Los aviones fueron modificados para hacerlos más aptos para la guerra colonial: se les instalaban depósitos suplementarios de carburante para aumentar su autonomía, dispositivos para mejorar el campo de tiro de las ametralladoras hacia abajo, lanzabombas múltiples para bombas pequeñas, una reserva de agua y una camilla para llevar a los heridos. Por iniciativa de Italo Balbo, Caproni cambió los motores del Ca.73 por versiones más potentes y mejor adaptadas a las condiciones «altas y cálidas» de Libia.

Una de las misiones principales de la aviación era el bombardeo y ametrallamiento de las agrupaciones enemigas y de sus caravanas. estas últimas eran un blanco fácil. Así describe el piloto V. Biano (5) el ataque a una de ellas, en agosto de 1930: «Partimos al alba… los aparatos reconocen sobre el terreno la pista de los rebeldes en fuga y la siguen hasta que estamos sobre ellos; las bombas hacen poco efecto en un blanco tan disperso pero las ametralladoras hacen siempre buena caza: apuntan a un hombre y lo paran en seco para siempre, señalan a un grupo de camellos y los abaten… el juego continúa todo el día». Hay que tener en cuenta que un avión como el Ca.73 podía cargar una gran cantidad de municiones y podía estar en eñ aire más de diez horas.

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1- Viaggi nella Storia
2-«An italian service flight across sea and desert» Flight, 14 de julio de 1927
3- Costantino Di Sante: La « pacification » italienne de la Cyrénaïque (1929-1933) Revue d’Histoire de la Shoah, 2008/2 (N° 189) (en cairn.info)
4- Ferdinando Pedriali: La riconquista del Fezzan. Storia Militare (sf)
5- Angelo Del Boca: Gli italiani in Libia. Dal fascismo a Gheddafi, Rome et Bari, Laterza, 1988 (en criminidiguerra.it)

 

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