Un Boeing 727-200 de Iberia a comienzos de la década de 1970.
Hasta 1973, los industriales catalanes viajaban allá dalt (allá arriba) comentando las últimas disposiciones oficiales en el vagón restaurante del Exprés Barcelona-Madrid. Llegados a la capital, establecían su cuartel general en el hall del Palace e iniciaban la ronda de contactos con funcionarios de diversas jerarquías y hombres de mucha mano (bien relacionados), que en ocasiones culminaba con la ansiada entrevista con el ministro del ramo[1]. El objeto del viaje, que se hacía una o dos veces al año, solía ser una contrata con el gobierno, un pedido importante o un permiso de importación de maquinaria.
Pero la economía estaba cambiando a comienzos de la década de 1970. Madrid dejó de fabricar únicamente decretos-leyes y se fue convirtiendo en un potente núcleo industrial y de servicios, al mismo tiempo que Barcelona dejó de ser tan sólo un lugar con muchas fábricas de tejidos cuando diversificó su economía y le adjudicó también un peso cada vez mayor al sector de los servicios.
Las dos ciudades, Madrid y Barcelona, eran muy grandes para la escala ibérica, tenían economías en crecimiento cada vez más basadas en oficinas con ordenadores y máquinas de escribir, y estaban separadas por unos 600 kilómetros. Las opciones de viaje eran muchas horas por carretera o más horas todavía en tren. Todo estaba maduro para el Puente Aéreo, inaugurado oficialmente en noviembre de 1974 por el Boeing 727 Aragón. El concepto de puente aéreo era completamente novedoso en España, pues se basa en el principio de “llegar y volar”, con frecuencia de vuelos de uno cada quince minutos en las horas punta.
Su creadora y propietaria en régimen de monopolio, Iberia LAE, consideraba acertadamente el puente aéreo como la versión aeronáutica de la gallina de los huevos de oro. Millares de pasajes asegurados cada día, trayecto corto, alto porcentaje de uso de los aviones, pasajes de precio completo para ida y venida en el día y nada de turistas: sólo ejecutivos con pasajes comprados por sus empresas y con necesidad de pasar unas horas en Madrid o en Barcelona para asistir a una reunión importante.
En 2003 era ya la ruta aérea más frecuentada de Europa, con más de 4 millones de pasajeros anuales. En 2005 dos compañías aéreas rivales (Spanair y Vueling) ya copaban buena parte del pasaje (Iberia, que había perdido la exclusividad unos años antes, insistió en seguir considerando Puente Aéreo® como marca registrada de la la compañía). Ese año Renfe anunció su intención de ofrecer viajes Madrid-Barcelona en un tiempo inferior a las cuatro horas.
El Boeing 727 fue utilizado intensivamente en esta ruta día durante más de 30 años. La versión alargada podía llevar casi 200 pasajeros en 55 minutos de una ciudad a otra. Iberia había comprado más de una docena de ejemplares en 1973. El 727 estaba de hecho fabricado en parte en España, pues CASA consiguió en 1971 un contrato con Boeing para fabricarle aletas de compensación del timón y escalerillas ventrales. El 727 hizo su último vuelo en esta ruta en 2005.
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[1] Luis Carandell: Vivir en Madrid. Círculo de Lectores (1972).
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Ecosistemas: 1940-1975 El franquismo, 1973-2019 Aviación Comercial, III