La Luftwaffe en Irak

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Heinkel He 111 de la FA iraquí (FA alemana en Irak, 1941)

 

En 1941 Irak era un país independiente, pero sometido de facto al poder imperial británico. A comienzos de ese año un golpe de estado expulsó del poder al gobierno anglófilo existente y lo sustituyó por un gabinete nacionalista iraquí. El nuevo gobierno de Raschid Alí pronto envió sondas de prospección a Alemania, que por entonces era la indiscutible gran potencia europea frente a un Imperio británico en declive. En Irak, los británicos conservaban un embajador de muchísima influencia, el derecho de paso de sus tropas por territorio iraquí y dos bases aéreas, la de Habbaniya a unos 60 km al oeste de Bagdad y la de Shubeida, junto a Basora en el sur, el gran puerto de Irak y el tradicional punto fuerte británico en el país.

En la primavera de 1941 el Reino Unido tenía a los alemanes a pocas millas de distancia, en la otra orilla del canal de la Mancha, retrocedía ante el ejército expedicionario alemán en las fronteras de Egipto con Libia y tenía que evacuar precipitadamente Grecia, y más tarde Creta, tras el fracaso de la expedición enviada para ayudar al país helénico contra la invasión italiana y después alemana. El golpe de estado en Bagdad era otra mala noticia entre muchas malas noticias mucho peores. No obstante, los británicos comprendían que perder Irak en aquellas circunstancias sería muy dañino, por su papel de eslabón entre Oriente Medio y la ruta de la India y su no desdeñable riqueza en petróleo, que se enviaba a Haifa, en la costa de Palestina, mediante un oleoducto.

Londres hizo saber a su gente en Bagdad que tendrían que apañarse solos: el Imperio debería salvarse a sí mismo. Se comenzaron a reunir fuerzas con vistas a una acción de guerra contra el díscolo nuevo régimen iraquí. En 1941 contaban con algo más de un centenar de aviones, muchos de ellos bombarderos coloniales variantes del Hawker Hart, Hind y Audax. Eran biplanos, tecnología de la década de 1920. Unos pocos Gloster Gladiator –que había entrado en servicio en 1937, pero que también era un “anticuado biplano”– servían como cazas. También había bimotores monoplanos Bristol Blenheim y otros más de diversos tipos. Esa vetusta fuerza se debía enfrentar a la aviación iraquí, la nativa paradójicamente algo más moderna que la del poder colonial.

La FA iraquí había sido creada por la RAF, y tenía Hawker Audax y similares, Gloster Gladiator y unos cuantos aviones italianos modernos, como el Breda 65 y algún SM.79, el bombardero de Barcelona. En total los iraquíes disponían de algo menos de 100 aviones, pero solamente la mitad en estado de prestar servicio. Los británicos comenzaron pronto a reforzar su fuerza aérea gracias a envíos procedentes de Palestina, Egipto y Grecia, con lo que pudieron poner en línea algunos Hurricanes y bombarderos Vickers Wellington. Las fuerzas británicas fueron acumulándose en Basora, bajo la cobertura de ser tropas en ruta hacia Palestina, a lo que tendrían derecho según los términos de tratado angloiraquí de 1930. Mientras tanto, al norte, el gobierno iraquí decidió rodear con su ejército la base de Habbaniya.

Creada la situación clásica en que el fuerte es rodeado por indígenas hostiles, los británicos reaccionaron utilizando su arma favorita, la que habían utilizado en incontables ocasiones sobre Irak en las dos décadas precedentes. El 2 de mayo, los aviones de la base comenzaron un ataque masivo sobre las fuerzas iraquíes, para lo que hubo que hacer bastante bricolaje aeronáutico instalando portabombas en los aparatos que no las tenían. El ataque continuó  sin perder intensidad, con la ayuda de algunos refuerzos aéreos que llegaron  oportunamente, hasta que los iraquíes levantaron el cerco algunos días después. Los británicos se dispusieron entonces a avanzar hacia Falluja, una ciudad etapa principal en el camino de Bagdad que alcanzaría triste fama en 1991.

Otros nuevos actores entraron por el norte, y aterrizaron en Mosul procedentes de Siria. Eran nada menos que el cuerpo expedicionario aéreo alemán (Fliegerfhürer Irak) acompañado de un puñado de Fiat CR-42 italianos. Los aviones alemanes sumaban dos o tres docenas, entre Heinkel He-111, Messerschmitt Me-110 y otros tipos menores. Llegaron demasiado tarde, cuando ya estaba levantado el cerco de Habbaniya, hacia el 15 de mayo. A los aviadores alemanes no les gustó nada el asunto. El largo viaje había hecho mella en los aparatos, la calidad de la gasolina dejaba mucho que desear desde su punto de vista, no conocían el territorio y no sabían muy bien cuál era su misión. Molestaron bastante a los británicos durante algunos días, pero se retiraron pronto de Irak con los pocos aviones que pudieron salvar.
 
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