Clément Ader describe el bombardeo de París

El Avion III en L’Aviation Militaire, de Clément Ader (1911)

Nueve años antes de la primera conferencia de paz de La Haya, en 1890, Clément Ader había despegado del suelo durante unos metros a unos pocos palmos del suelo en el parque del castillo de Armainvilliers, cerca de París. Su máquina (patentada como Appareil ailé pour la navigation aérienne dit: Avion) (1) parecía una estufa de gas unida a dos grandes alas de murciélago, con una gran hélice plumosa delante. A pesar de tan magro resultado, el ejército francés mostró interés y aportó dinero. En 1897, una versión más grande del Avion hizo una desastrosa exhibición en el campo militar de Satory, cerca de Versalles, ante numeroso público de alto rango. El Avion III traqueteó unos segundos y fue derribado por un golpe de viento, sin más. Ader no siguió experimentando, pero comenzó a elucubrar sobre el uso militar que podría tener su máquina.

En L’aviation militaire (primera edición en 1908, aquí se maneja la de 1912) Ader describe minuciosamente tres tipos principales de aviones de guerra, basados estrictamente en su diseño del Avion III, malogrado en la exhibición de Satory en 1897 ante los generales franceses. Coinciden con lo que se llamaría después aviones de caza (avions de ligne), de reconocimiento (éclaireurs) y bombarderos (torpilleurs). Hablando de estos últimos Ader dice proféticamente:

«Por desgracia, su utilización también consistirá en [bombardear] ciudades enemigas. ¿Cómo evitar estos desastres en tiempos de guerra? … ¡Los grandes aviones [bombarderos] se convertirán en verdadero terror!» (2)

Otra imagen del Avion III, de la  misma fuente.

Ader fue uno de los primeros en asociar la nueva tecnología (inexistente en ese momento, en realidad) de los aviones bombarderos con el terror, pero no fue ni mucho menos el único. Por entonces se publicaron muchas novelas y relatos con un argumento central: la destrucción de Londres, París o cualquier gran capital europea por las bombas explosivas y tóxicas lanzadas desde aeronaves. Los escritores de ficción no estaban solos en esta tarea. Los militares profesionales cogieron la pluma y escribieron largo y tendido sobre el uso bélico de los aeroplanos. Solamente en la tercera edición de La aviación militar de Ader de 1911 la editorial anunciaba, entre otras obras dedicadas al asunto, la Teoría elemental de los aeroplanos, su anatomía, su porvenir militar, por el teniente Escudier; Ejércitos modernos y Flotas aéreas, por el jefe de escuadrón de artillería Challéat; La aviación en los Ejércitos y en las Colonias, por el general Frey o El Aeroplano en relación con las otras Armas, por el capitán de artillería Faure.

El libro de Ader no era una simple elucubración, sino un serio tratado técnico trufado de diagramas con formato de libro de texto. Pero también contiene una parte de doctrina aérea. Ader describió otro argumento clásico derivado del uso de aeronaves bombarderas, la doctrina de la disuasión estratégica o Destrucción Mutua Asegurada, expresada de manera un tanto optimista:

«Estamos convencidos de que su impresionante poder y el miedo a verlos aparecer inspirarán saludables reflexiones a los estadistas y diplomáticos, verdaderos dispensadores de la paz o la guerra, y que finalmente serán favorables a la causa de la humanidad».(2).

Que es más o menos lo mismo que dijo el comandante general británico Garnet Wolseley en La Haya, en 1899: el gran bombardero como instrumento humanitario.

L’Aviation Militaire termina con temas prácticos para la enseñanza de la guerra aérea, uno de los cuales, dentro de una descripción de la guerra aérea futura entre Francia y Alemania, incluye la pavorosa descripción del bombardeo de París:

«Bombardeo de París. – Estos son los hechos: una mañana, numerosos batallones de aviadores alemanes aparecieron en el horizonte. En conjunto, entre 5.000 y 10.000 máquinas voladoras, cada una de las cuales llevaba 20 bombas de 8 a 12 kilos. Estas cohortes aéreas repasaron metódicamente primero los diez distritos centrales de París, bombardeándolos, sin respetar ni los museos ni los monumentos públicos. Cayeron, en promedio, cuatro o cinco bombas por edificio ¡Los alemanes no necesitaron volver al día siguiente, una acre humareda cubría lo que quedaba de París! (El profesor que imparta esta lección puede prescindir de narrar este horror indescriptible)» (4).

1- Clément Ader, en Biografías y vidas, la enciclopedia biográfica en línea (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/ader.htm)
2- “Malheureusement, leur service les appellera aussi au torpillage des villes ennemies. Et comment éviter ces catastrophes en temps de guerre? […] Les grands avions torpilleurs deviendront de véritables terreurs!”
3- “Nous sommes persuadé que leur redoutable puissance et la crainte de les voir apparaître inspireront de salutaires réflexions aux hommes d’État et aux diplomates, vrais dispensateurs de la paix ou de la guerre, et qu’en définitive ils seront favorables à la cause de l’humanité.”
4- “Torpillage de Paris. — […] C’est ce qui arriva : Un matin, de nombreux bataillons d’aviateurs allemands se montrèrent à l’horizon. Ils étaient composés de 5.000 à 10.000 machines volantes, chacune emportait 20 torpilles de 8 à 12 kilos. Ces cohortes aériennes avièrent méthodiquement sur les dix principaux arrondissements centraux de Paris, en les torpillant, sans épargner ni musées ni monuments publics. Il était tombé, en moyenne, 4 ou 5 torpilles par maison. Les Allemands ne revinrent pas le lendemain, une acre fumée envahissait ce qui restait de Paris! (Le tacticien qui fera ce thème pourra se dispenser de narrer cette indescriptible horreur.)”
(Todas las citas de Clément Ader, L’aviation militaire, Berger-Levrault Éditeurs, Paris-Nancy, 1912)

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