Un Fokker F.27 Friendship de la Direcçao dos Transportes Aéreos (DTA), a mediados de la década de 1960.
A partir de 1945, los millares de DC-3 fabricados como Dakotas militares inundaron el mercado civil con un avión tan bueno y tan barato que complicó seriamente a la innovación aeronáutica en el sector de aviones de 30 plazas. Muchos constructores intentaron diseñar sustitutos del DC-3, ignorando el dicho de que “el mejor sucesor de un DC-3 es otro DC-3”, pero el único que lo consiguió de plano fue Fokker con su modelo Friendship (Amistad).
El F-27 se vendió bien en todo el mundo y terminó recalando en algunas aerolíneas coloniales, donde prestó buen servicio por su ala diseñada para proporcionar mucha sustentación, su par de potentes motores turbohélice y su robusto tren de aterrizaje. Como ventaja añadida, proporcionaba un campo de visión inigualable y sin obstáculos a sus pasajeros.
DTA fue creada en 1940 como una división del departamento de transportes de la colonia de Angola, y utilizaba Dragon Rapide para conexiones no muy regulares en el extenso territorio de Angola. Amplió y regularizó sus servicios con Junkers Ju-52 y DC-3, pero la consolidación llegó en 1962, cuando se pusieron en servicio los Fokker F-27. Ese año su red doméstica abarcaba más de 20 destinos en Angola (que ya era oficialmente una provincia ultramarina de Portugal), formando un gran triángulo entre Cabinda en la costa norte, Portugália (act. Dundo) en el límite NE con el Congo y Moçamedes en la costa sur, con su “hub” en Luanda.
Había vuelos directos a Nova Lisboa, en el centro del país, una ciudad en auge que al parecer las autoridades coloniales esperaban convertir en la nueva capital del país, como una Brasilia angoleña. En febrero de 1961 comenzó la guerra de la independencia y en 1975 Nova Lisboa recuperó su antiguo nombre, Huambo.
Los aviones de la DTA sobrevolaban un país en guerra, llevando pasajeros, suministros y también la prensa, el Jornal de Angola. Los folletos de DTA indican una categoría de pasajeros discriminada, y no eran los nativos, indígenas o gente de color, como era frecuente en las aerolíneas coloniales. Se trataba de las señoras casadas: la compañía exigía “Autorizaçao do marido, con a assinatura reconhecida pelo notário, quando se trate de senhora casada que nâo viage en companhia do marido.”
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