Uno de los Hispano Suiza (luego Hispano Aviación) HS.42 entregados al Ejército del Aire, a finales de la década de 1940.
El HS.42 hizo su primer vuelo en abril de 1942, justo cuando terminaba el invierno del hambre. En los meses anteriores se había rozado la catástrofe, al coincidir una epidemia de tifus con un desabastecimiento generalizado de la población. Las reservas de la guerra ya se habían acabado, y las cosechas eran inferiores en una cuarta o tercera parte a las normales de antes de la guerra, por escasez de fertilizantes y utillaje de toda clase. Los transportes disponibles se limitaban a una red de ferrocarriles al límite de sus posibilidades y un puñado de camiones funcionando a base de carbón y leña gracias a los voluminosos gasógenos instalados sobre la estructura de los vehículos.
En mitad de este panorama, el complejo militar industrial español recibía no obstante los suficientes recursos como para mantener en marcha una regular industria aeronáutica, dedicada en exclusiva en aquellos años a servir las necesidades de Ejército del Aire. Aunque los impresionantes planes de construcción de aviones de la etapa de Juan Yagüe al frente del Ministerio del Aire se habían dado por cancelados, todavía estaban en vigor jugosos contratos de fabricación de aviones alemanes para la Hispano Suiza (luego Hispano Aviación) y CASA. Ninguna de las dos industrias fueron nacionalizadas, aunque el Estado se reservó la última palabra en cuanto a qué fabricar y en que cantidad.
El HS.42 era el primer proyecto aeronáutico cien por cien nacional de la posguerra. Debía servir de entrenador «avanzado», entre las avionetas alemanas Bücker y los cazas Me-109 de esta misma nacionalidad. Se planteó desde el principio con aspiraciones limitadas: «… este avión ha sido proyectado para llenar un vacío en el material de enseñanza y entrenamiento, pero teniendo en cuenta cuáles son los medios de que se dispone actualmente en España» [1]. En aquella edad de oro del reciclaje, se aprovechó el material que había quedado del inútil esfuerzo republicano de fabricación del Fokker XXI, principalmente el tren de aterrizaje, y se acoplaron motores italianos Piaggio excedentes de guerra. Entre 1942 y finales de la década se fabricaron más de un centenar de HS.42 en la factoría de Hispano Aviación de Triana, en Sevilla.
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[1] Revista de Aeronáutica, mayo de 1942.
Ecosistemas: 1940-1975 El franquismo
Yo conocí pilotos amigos de mi padre que al HS42 le llamaban «el hachazo».
la penuria española de aquella epoca no solo era de materiales, sino también de falta de ingenieros aeronauticos adecuadamente cualificados, y eso se reflejaba en la baja calidad de los diseños aeronauticos y también de los motores.
Un buen amigo de mi padre pilotó la HS-42, a la cual sus pilotos llamaron «EL HACHAZO» por su mal comportamiento (tenia tendencia a entrar en pérdida en virajes cerrados).