El bombardero aleatorio

Un Junkers Ju-86R, de la unidad que incursionó sobre Inglaterra el verano de 1942.

El Ju-86 era de la misma hornada que el Do-17 y el Heinkel-111. Estos tres aviones fueron diseñados como grandes bimotores rápidos reuniendo el estado del arte de la aviación de su época, a mediados de la década de 1930. Fue en esos años cuando se produjo la segunda “explosión cámbrica” de la aviación, que pasó de estructuras armadas con cables y largueros a perfiles aerodinámicos limpios. El Ju-86 abandonó la chapa corrugada del Ju-52 y sus antecesores y se convirtió en un biplano de grandes alas terminadas en punta y fuselaje de estilizadas líneas. Los motores, empero, tenían unos grandes y angulosos radiadores inferiores.

La explicación estaba en otra innovación Junkers, el motor diesel para aviación, por aquella época apenas ensayado en algunos aviones pequeños. La división de motores de Junkers (Jumo) había conseguido fabricar el primer diesel aéreo de gran potencia. Este motor era incomparablemente más eficiente en litros de combustible por kilómetro que los de gasolina, y además no necesitaba costosa gasolina de aviación, sino que podía funcionar con aceite pesado. Además, tenía menos piezas que el motor de explosión convencional y necesitaba menos atención y tiempo de reparaciones. Por el lado malo, era más pesado por unidad de potencia que el motor de gasolina, mucho más lento en responder a los mandos, vibraba estrepitosamente y arrojaba densas nubes de humo negro por el tubo de escape.

Habría sido muy bueno para dar a Lufthansa un avión de pasajeros económico de largo radio de acción, pero en lugar de eso el avión fue convertido en bombardero. Como toda su generación de aviones, se enviaron unos cuantos ejemplares a España para ver como se portaban en situación de guerra de verdad. Mientras que el He-111 y el Do-17 funcionaron muy bien en España, el Ju-86 fue un desastre. Solo se enviaron cinco Ju-86 a la unidad de “bombardeo experimental” de la Legión Cóndor, de los que dos se perdieron pronto. El avión resultaba lento y tardaba mucho en responder a los mandos –cosa muy peligrosa en la guerra, que exige reacciones rápidas a las amenazas– y a los motores les faltaba rodaje. En pocos meses el Ju-86 pasó de moderno a obsoleto.

Empero le esperaba una segunda vida en la versión Ju-86R (o P), que voló por primera vez en febrero de 1940, obtenida acortando y presurizando la cabina, trucando los motores y alargando desmesuradamente la punta de las alas hasta los 32 metros de envergadura. De esta guisa, el avión podía volar a algo más de 12.000 metros de altura, donde ningún avión de la época –tampoco los Spitfire de la RAF– podía seguirle. Durante unas semanas del verano de 1942, dos Ju-86 con base en Beauvais incursionaron repetidas veces sobre Inglaterra, a veces volando en zig zag con intención de alertar deliberadamente el sistema de defensa aérea británico.

La enorme altura y la única bomba de 250 kilos que llevaba el avión aseguraba una pauta de daños completamente inesperada y aleatoria, 100% terrorista. Las víctimas de la única bomba solían ser pocas, a menos que interviniera la mala suerte. En Bristol, el proyectil reventó un autobús y lanzó chorros de combustible ardiente alrededor a otros vehículos. Murieron 48 personas y otras tantas fueron severamente heridas. Los Spitfire del Mando de Cazas veían perfectamente las estelas de condensación de los bombarderos, pero se quedaban cortos uno o dos kilómetros por debajo, impotentes (1).

La profecía de Stanley Baldwin diez años atrás se había cumplido: el bombardero siempre se abría camino, invulnerable a la defensa aérea a 40.000 pies de altura. A la velocidad, la autonomía, la capacidad de carga y el armamento se añadía un nuevo ingrediente en la definición del bombardero perfecto, la gran altura de vuelo. En poco tiempo la RAF desarrolló una versión extraligera del Spitfire que por fin pudo trepar hasta la estratosfera y disparar contra el Ju-86, aunque sin derribarlo. Aquello terminó con las incursiones sobre Inglaterra de este extraño avión, aunque siguió funcionando en misiones de reconocimiento en otras partes de la guerra, señaladamente sobre Egipto (donde algunos sí fueron derribados) y sobre la Unión Soviética. Allí, docenas de Ju-86 convencionales reconvertidos en cargueros fueron aniquilados cuando participaban en el puente aéreo de Stalingrado, el invierno de 1942.

1- Chris Goss: Lone Raiders. Aeroplane, diciembre de 2018.

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