El quiero y no puedo de la industria aeronáutica militar holandesa

 

 

Un Fokker T.V a finales de 1939 o comienzos de 1940, todavía desprovisto de armamento. Los vistosos triángulos naranja son las marcas que indicaban la neutralidad de Holanda en la guerra entre Francia y Reino Unido contra Alemania.

La idea parecía formidable: crear una flota de luchtkruiser (cruceros aéreos) capaces de destruir los aviones enemigos con un gran cañón apuntando desde la proa, de soltar una considerable carga de bombas sobre las formaciones hostiles en tierra y de defenderse a sí mismo de los ataques de los aparatos enemigos con su casi media docena de ametralladoras. En realidad parecía la versión holandesa del concepto francés del multiplace de combat, que resultó completamente fallido. Fokker, el principal constructor nacional, proporcionó un avión bien diseñado pero construido en parte a base de madera y tubos recubiertos de tela, algo obsoleto para la época. Tras muchos retrasos y dificultades con los motores, el armamento, los sistemas de control y hasta el camuflaje con que debía pintarse el avión, tan sólo nueve aparatos estaban listos el fatídico 10 de mayo de 1940, comienzo de la invasión alemana. En realidad solo se habían encargado 16. Los T.V fueron barridos por la Luftwaffe en un par de días.

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