Dos turismos muy distintos

Representación de una ezpata-dantza en Bilbao. Foto: BasqueTour

Frutos del capital y el espíritu empresarial vasco son el Metro de Madrid, los Saltos del Duero en Zamora, los Altos Hornos del Mediterráneo en Sagunto y la discoteca Ku Ibiza. Esta última realización es sin duda la más importante. Fundada en 1978, durante su época dorada, la década de 1980, fue probablemente el antro discotequero más famoso del mundo. Su colección de discos era gigantesca, avalada con un récord Guinness oficial. En Ku, Grace Jones coexistía con San Fermín, “con la suelta de una vaquilla y todo”, según ibiza-style.com.

Habría que preguntarse por qué se levantó esta mítica discoteca en Ibiza y no en Bilbao. La explicación está en que Ibiza estaba y está atiborrada de clientes potenciales de discotecas, es decir turistas y Bilbao no, y menos en 1978, aunque la cosa ha mejorado bastante últimamente gracias al Gugen, la caseta de perro más grandiosa de la historia. Actualmente Euskadi recibe algo más de dos millones de turistas, es decir, gente que pasa al menos una noche en el país, que pernocta. Cada ciudadano vasco toca a un turista por año. En cambio, las Baleares reciben unos 13 millones de turistas cada año, más de diez guiris por cada nativo. Esa diferencia turística de un orden de magnitud indica que se trata de dos modelos turísticos muy diferentes.

Fiestas de la Patrona de Pollença. Foto: Illes Balears

Las islas reciben turistas imparcialmente de toda España y del resto del mundo, con preferencia alemanes y británicos. Euskadi recibe visitantes de un sector limitado de España, las regiones autónomas que lo rodean y Cataluña, y los extranjeros son en porcentaje abrumador franceses. En realidad, Euskadi recibe todos los años diez o doce millones de excursionistas (sin pernocta), que son franceses que entran por Irún con su coche para abastecerse de tabaco y otros productos más baratos, y bastantes de los cuales se acercan a San Sebastián a tomarse algo en el casco viejo, algunos llegan hasta Bilbao y casi ninguno a Vitoria.

Como se ha visto por el asunto del Gugen (el famoso museo de arte moderno revestido de titanio, antiguamente conocido como Museo Guggenheim Bilbao) Euskadi quiere atraer y está atrayendo turistas, pero no cualesquiera, sino viajeros cultos que hagan gasto, nada de paquetes de turoperadores de sombrilla, sol, cogorza y playa.

Exactamente lo mismo sueñan los responsables del turismo balear, pero lo que hay es lo que hay. El colmo de la estulticia turística se alcanzó cuando una agencia de viajes alemana vendió un estrafalario paquete turístico en Ibiza que incluía vuelo de ida a última hora, noche en una discoteca, recogida de lo que quedase de los pasajeros hacia las cinco de la madrugada y vuelo de regreso.

La agencia de turismo vasca lanza de vez en cuando campañas de promoción muy interesantes, algo erráticas, no sabes si te venden un curso de txalaparta, la haute cuisine donostiarra, caseríos ancestrales o coches eléctricos. Esta oferta poco definida está triunfando, el turismo en la CAPV crece sin cesar en los últimos años. Realmente, deberían apropiarse del slogan turístico del desarrollismo: The Basque Country is different. Esa es la idea principal.

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