Bacía catalana del siglo XIV (detalle) La ilustración española y americana, 25 de febrero de 1870 (bne.es)
23. Aragón y Cataluña
La gran enciclopedia catalana (enciclopedia.cat) da esta definición de Aragón: “Forma simplificada, originada al s XIII a la cancelleria catalana i generalitzada a partir del s XIV, per a designar el conjunt d’estats de la corona catalanoaragonesa (regnes d’Aragó, corona d’Aragó o simplement, Aragó).” El Heraldo de Aragón protesta en sucesivos artículos y editoriales contra este insulto (¿Aragón una forma simplificada de la corona catalanoaragonesa? Por menos que eso ha corrido la sangre). Y eso es la punta del iceberg. Resulta que Aragón y Cataluña han pertenecido al mismo Estado durante medio milenio más o menos, el tiempo que duró la Corona de Aragón a secas, pues parece que lo de Corona Catalanoaragonesa es un barbarismo. La Corona de Aragón incluía lo que hoy es Aragón, Cataluña y bastante más terreno, incluso bien adentro del Mediterráneo hasta la mismísima Albania. Tanto tiempo de unión debería generar lazos de amistad, pero ocurre todo lo contrario.
La actitud del gobierno aragonés hacia Cataluña es manifiestamente hostil: no se entiende si no que haya inventado el monstruoso Lapao (Lengua aragonesa propia del área oriental) para denominar al catalán que se habla en la comarca de Fraga y la Franja de Ponent. En general la ciencia está de acuerdo en que el llamado Lapao es una variante del catalán, pero hay muchas personas que lo niegan. Por ejemplo, la Plataforma No Hablamos Catalán / No Charrem Catalá, un titular que suena raro, como “No se habla inglés” en la puerta de una tienda y que se puede consultar en nohablamoscatalan.wordpress.com. Desde hace décadas, el gobierno de Aragón ha lidiado con este espinoso asunto mediante sucesivas leyes lingüísticas, en potencia o publicadas. Algunas versiones admitían la dura realidad, es decir, que en Aragón se hablan tres lenguas: el castellano, el aragonés en el norte y el catalán en el oriente. Otras no, de ahí el invento del Lapao.
Otra fuente importante de conflicto es el caso del Museo Diocesano de Lérida, que a pesar de su evangélico nombre es una cueva de ladrones, al menos desde el punto de vista de Aragón. Resulta que los límites de las diócesis no coinciden siempre con los provinciales y ahora autonómicos, y el gobierno aragonés, en 1995, consiguió del Papa de Roma (sí, como en el siglo XII) la autorización de hacer pasar unos cuantos municipios del oriente de la región de las garras de la diócesis de Lérida al seno materno de la diócesis de Barbastro-Monzón, cien por cien aragonesa. Pero el obispado catalán, arteramente, se quedó con más de un centenar de objetos de arte de esos pueblos y tiene el descaro de exhibirlos en su museo. Protestas institucionales y resoluciones judiciales no han conseguido que suelte su presa, habrá que postrarse a los pies del Papa otra vez.
Desde el punto de vista de Cataluña, Aragón es su patio trasero, su huerta y despensa, su periferia trófica en lenguaje técnico. Algo así como lo que quería la Alemania nazi que fuera Ucrania (otro argumento ad Hitlerum, venga o no a cuento) o el Japón imperial China. Aragón es bastante más extenso que Cataluña y tiene mucha menos población y mucha menos industria. Ni siquiera tiene salida al mar. Una unidad catalanoaragonesa sería lo más lógico desde el punto de vista ecológico.
Hubo un intento de conquistar Aragón desde Cataluña, que se consiguió a la mitad y duró menos de un año. En el verano de 1936 varias columnas anarquistas procedentes de Barcelona invadieron Aragón, aunque fueron pronto detenidas en la línea que forman Huesca, Zaragoza y Teruel. Durante un año funcionó en la mitad oriental de la región el Consejo de Aragón, libre, soberano e independiente, bajo la paternal mirada de Cataluña. Los anarquistas urbanos barceloneses intentaron organizar una república libertaria sobre el paisaje rural aragonés, con éxito discutido. Los comunistas que llegaron en agosto de 1937 a acabar con el experimento pintaron un feo cuadro de esclavitud campesina y violencia, mientras que el cineasta británico Ken Loach, en Tierra y Libertad, da una visión mucho más positiva, casi idílica. El caso es que Aragón y Cataluña están unidos por intensos lazos comerciales, Cataluña vende mucho en Aragón y viceversa, sin contar la infinidad de aragoneses que veranean en las costas catalanas y algunos matrimonios mixtos.
Una conexión evidente es el río Ebro, como es sabido propiedad de Aragón –que lo quiere ordeñar por completo– a lo que se opone Cataluña con buenas razones. El gran embalse de Mequinenza, conocido como el Mar de Aragón, es la llave de paso del Ebro en su tramo final dentro de la región. El diario españolista ABC lo hace aparecer con frecuencia en sus páginas, cuando el embalse de Mequinenza contiene las crecidas del gran río. Por ejemplo, el 13 de febrero de 2015: “Aragón salva a Cataluña de verse inundada por el Ebro”. Argumento implícito: ¿cómo vais a ser independientes, bandarras? Es verdad que Portugal es soberano y también está aguas abajo de sus grandes ríos, el Duero y el Tajo.
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Tochos: La Península mutante