A partir de un avión de entrenamiento turbohélice fabricado por la firma suiza Pilatus durante la década de 1970, el PC-7, se desarrolló una variante más sofisticada que también tuvo bastante éxito, el PC-9 y por último una versión muy modificada de la firma Beechcraft (con un motor mucho más potente) que es actualmente el avión de entrenamiento básico general de todas las fuerzas aéreas de los Estados Unidos. El uso del motor turbohélice permite simular el entrenamiento con un reactor a un coste inferior. Como todos los entrenadores, estos aviones se han usado mucho como aparatos de contrainsurgencia en guerras contra enemigos desprovistos de aviación.