Un CL-215 del Ejército del Aire a finales de la década de 1980.
Aunque originado por una especificación de la Provincia de Québec, en Canadá, el CL-215 es un avión más propio del Mediterráneo, pues ejerce su misión contra los incendios forestales (además de en Canadá y Estados Unidos) en seis países y un municipio ribereños del Mare Nostrum: Portugal, España, Francia, Italia, Croacia, Grecia y Estambul.
Los primeros aviones bomberos llegaron a España a comienzos de la década de 1970, que fue cuando el problema de los incendios forestales pasó de ser una molestia veraniega a una catástrofe estival que se repetía año tras año. Lo peor estaba por llegar. El nivel medio de incendios se elevó con rapidez y llegaron cuatro años especialmente destructivos (1978, 1985, 1989 y 1994).
El crecimiento de los incendios forestales era debido a varias causas, como la generalización del consumo de butano en áreas rurales y la correspondiente disminución del uso de leña como combustible, la plantación de densas masas de pinares resinosos y la motorización, que multiplicó las salidas al campo de excursionistas y domingueros. En los últimos años la extensión quemada parece haber disminuido, pero más por la mejora de las medidas de extinción que por una prevención efectiva del problema. Los CL-215 están encuadrados en una unidad del Ejército del Aire, el 43 Grupo de Fuerzas Aéreas, que utiliza tanto el Canadair CL-215 como la versión modernizada del mismo avión, Bombardier CL-415. El lema del 43 Grupo es, lógicamente, ¡Apaga y vámonos!