Un Omdurman aéreo

mig23siria1982
 

MiG-23 de la FA siria (1982), participante principal por parte siria en la batalla área del valle de la Bekaa (Líbano)

 

La batalla aérea sobre el Líbano de 1982 fue el último episodio de guerra aérea convencional antes de que “el conflicto árabe-israelí” se congelara para siempre en una serie infinita de acciones terroristas que incluyen el empleo de bombas humanas suicidas por un lado y por otro de aviones supersónicos F-16 para bombardear barrios y comisarías en las ciudades del West Bank, apenas a 20 km. de Jerusalén (aunque la mayor parte del trabajo lo hacen los helicópteros).

En 1982 las fuerzas armadas de Israel ocuparon el sur del Líbano y bombardearon Beirut, en un intento de acabar con la OLP. La operación se llamó Paz para Galilea. Los militares sirios ocupaban el valle de la Bekaa y habían instalado allí cierto número de baterías de misiles antiaéreos, que gobierno israelí decidió destruir. Lo que siguió fue una gran batalla aérea, que duró más o menos un mes y en la que Siria perdió casi 90 aviones, mientras que Israel apenas media docena. Análisis posteriores demostraron que los pilotos sirios, que guiaban aviones de fabricación soviética bastante o medianamente obsoletos (MiG-21 y MiG-23) armados con misiles anticuados, fueron derribados metódicamente por los pilotos israelíes, que conducían modernos aviones de fabricación norteamericana (F-16 y F-15) y empleaban misiles “de última generación”.

Significativamente, el misil supermoderno (una versión actualizada del célebre Sidewinder) había sido usado unos pocos meses antes con igual efectividad contra la Fuerza Aérea Argentina, en el desdichado conflicto de las Malvinas. Estas cosas crean lazos de camaradería: a partir de entonces, Gran Bretaña comprendió que le resultaba crucial compartir armamento sofisticado con los Estados Unidos. Otra tecnología avanzada de la que carecían los sirios era el AWACS (Airborne Warning and Control System, sistema de alerta y control a bordo de un avión). Esta capacidad AWACS permitió a la fuerza aérea israelí  dirigir sus cazas con mucha eficacia contra los MiGs sirios, que tenían solo sensores de alerta en nariz y cola para advertir al piloto del ataque de un misil. Los pilotos de la fuerza aérea siria carecían de cualquier alerta previa de un ataque con Sparrows o Sidewinders (este último podía ser lanzado fuera del alcance visual). “Los aviones israelíes podían por lo tanto disparar contra sus oponentes sirios –a menudo sin ser detectados desde el lanzamiento hasta el impacto– e impedir a los sirios toda oportunidad de evadir o devolver el ataque (1)”. El resultado final fue un complicado y sofisticado Omdurman aéreo, donde los F-15, F-16, AWACS, los aviones de electronic jamming y los Sidewinders hicieron el papel de ametralladoras, y los MiG de espingardas.

 

(1) HURLEY, M.M.: The Bekaa Valley Air Battle, June 1982: Lessons Mislearned?. Aerospace Power Journal ( 1989)

 

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