La compacta silueta del G.91, fabricado en Italia, usado en Alemania y utilizado por Portugal para sus guerras coloniales.
La OTAN fue creada en abril de 1949 por una docena de países, a los que pronto se unieron Grecia y Turquía (en 1952) y la República Federal de Alemania (en 1955). El siguiente país en unirse fue España, en 1982 y en circunstancias políticas bien distintas. Desde sus comienzos, la OTAN tuvo la obsesión de la estandarización, a sentir que su equipamiento (salvo el estadounidense, el 90% de su potencial) no dejaba de ser una variopinta colección de armamentos enfrentada a un aparentemente sólido y monolítico complejo militar soviético. Se plantearon varias iniciativas de estandarización de calibres, vehículos, armamentos y otros pertrechos.
En 1953 le llegó el turno a los aviones, y se lanzó el concurso internacional de avión ligero de ataque, que ganó el Fiat G.91 frente a tres diseños franceses, uno italiano y otro norteamericano, el antecesor del F-5. Uno de los franceses condujo al Étendard y los otros tres (Taon, Baroudeur y Sagitario) no dejaron huella salvo en las enciclopedias de aviones.
Se intentó crear una especie de consorcio pan-europeo para fabricar el avión, pero Francia prefirió centrarse en el Étendard y el reino Unido en el Hunter, y al final solamente se fabricó en Italia y en Alemania. Estaba diseñado como un avión ligero de ataque, aunque Alemania nunca lo tomó muy en serio y lo usó más bien como entrenador de aviones más mortíferos, como el Phantom. Las ventas a Grecia y Turquía, tradicionales enemigos y recién llegados a la OTAN, nunca se materializaron, pero esos aviones –fabricados en Alemania– terminaron por fin en manos de Portugal, el único país que los usó en guerra, en África.