Un Republic P-47 Thunderbolt de la Fuerza Aérea del Ejército de Cuba a mediados de la década de 1950.
En 1956 la Fuerza Aérea del Ejército de Cuba (FAEC) tenía 29 P-47 Thunderbolts (1), y eran su principal medio de ataque junto con 16 A-26 Invaders recién llegados. Toda la FAEC era una versión pequeña y anticuada de la USAF, siendo su avión más moderno el entrenador jet T-33 Shooting Star, con 8 unidades en total. Además contaba con cierto número de C-47 (DC-3 militares) y Curtiss Commandos para transporte y con un gran surtido de avionetas Piper. Este fue el poder aéreo que se enfrentó a la guerra revolucionaria del Movimiento 26 de julio.
La primera escaramuza no pudo salir peor para los rebeldes. Fueron atrapados en una zona fangosa costera poco después de desembarcar del yate Granma, el 5 de diciembre de 1956. En el llamado combate de Alegría de Pío, tres cuartas parte de los expedicionarios fueron dispersados, heridos o muertos, y solamente una veintena consiguió llegar a la seguridad de Sierra Maestra. Los aviones de reconocimiento y ataque de la FAEC participaron activamente en el ataque: los rebeldes no tenían la menor experiencia de cómo responder al poder aéreo enemigo, y al principio ni siquiera pensaron en ocultarse.
Sierra Maestra, a unos 1.000 km al este y sur de La Habana, era la última zona salvaje de la isla, uno de los pocos lugares que habían resisistido más o menos indemne la “apisonadora de caña de azúcar” que había barrido la isla de oeste a este en los siglos precedentes. Su abrupto terreno y espesa vegetación protegía a los guerrilleros de la aviación, y este fue un factor decisivo en su supervivencia. Durante los meses siguientes, la guerrilla se consolidó y expulsó a varias pequeñas guarniciones gubernamentales de su territorio de control. También aprendieron exitosas tácticas para ocultarse de la aviación.
Los Thunderbolt de la FAEC sobrevolaban regularmente Sierra Maestra como parte de su misión de contrainsurgencia, pero en septiembre de 1957 volaron hacia la base naval de Cayo Loco, en Cienfuegos, con la misión de aplastar una sublevación contra el régimen de Batista. La sublevación debía ser general, pero fallos de coordinación dejaron a los cienfueguinos solos. Los Thunderbolts sobrevolaron la ciudad y la base y dejaron caer sus bombas en el mar. Los Invaders, que llegaron después, no tuvieron miramientos y se emplearon a fondo. Los pilotos de los P-47 fueron investigados y depurados, y el episodio contribuyó a la general desmoralización de las fuerzas armadas del gobierno de Cuba. Además, los Estados Unidos no vieron con buenos ojos este empleo de sus aviones, y cortaron la conexión técnica y logística entre la USAF y la FAEC, lo que mermó considerablemente sus posibilidades en la lucha contra el movimiento insurgente.
(1) Aviación Cubana – http://www.urrib2000.narod.ru/
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