Mitsubishi Ki-46 del destacamento de la fuerza aérea francesa en Indochina, 1946. El Ki-46 era un estupendo avión de reconocimiento, de gran velocidad y gran autonomía.
El 2 de septiembre de 1945, en una tribuna engalanada en la plaza de Ba Dinh en Hanoi, Ho Chi Minh comenzó su discurso de declaración de la independencia de Vietnam citando la declaración de independencia norteamericana de 1776 y la declaración de los derechos del hombre y el ciudadano de la Convención francesa de 1791. Una vez establecidos ambos textos como base ideológica del nuevo Vietnam, Ho Chi Minh repasó rápidamente los horrores de la colonización francesa y la declaró terminada en 1940, cuando Indochina cayó bajo el gobierno de facto del Imperio japonés. Desde entonces, cinco años de lucha junto a los Aliados contra Japón habían dado a Vietnam el derecho a su independencia, pero no del Imperio francés, dejó claro el tío Ho, sino del Imperio japonés.
Mientras tanto, ¿qué hacían los franceses aludidos en el discurso del presidente de Vietnam? Se preparaban para volver a meter en cintura Vietnam e Indochina en general, y recurrieron para ello precisamente a los aviones japoneses. La Armada y el Ejército nipones habían dejado gran cantidad de aparatos desperdigados por su extenso imperio, que se pintaron con cruces verdes como señal de rendición tras el 15 de agosto de 1945. Francia había perdido toda su aviación colonial en Indochina tras el «golpe de estado» de marzo de ese año, cuando un torpe intento de los franceses libres por hacerse con el control de Indochina llevó al alto mando japonés a hacer directo el control que ya ejercía a distancia sobre la colonia francesa.
A finales de 1945 llegaron a Hanoi y a Saigon toda clase de unidades militares y de personalidades francesas, con confusas instrucciones sobre el futuro de Indochina. Lo más sensato habría sido una transición pacífica a la independencia de Vietnam, como apoyaban tanto el sentido común como el presidente Roosevelt hasta su muerte en abril de 1945. En su lugar, tras enmarañadas marchas y contramarchas políticas sobre la fórmula de la asociación Francia – Vietnam, el Imperio decidió utilizar la violencia para conservar su colonia indochina.
Los primeros aviadores franceses que llegaron a Indochina carecían de aviones, pues los Spitifires británicos que les prometieron tardarían algunos meses en llegar. En su lugar, pignoraron todos los aviones japoneses en buen uso que pudieron encontrar, en muchos casos con sus correspondientes mecánicos. La etapa japonesa de la aviación francesa resultaba irónica, pues durante muchos años la industria aeronáutica francesa (como la de Occidente en general) había mirado con desdén a la japonesa, tildando a sus aviones de burdas imitaciones de modelos europeos o norteamericanos. Un error de apreciación de este tipo fue el que hizo que los británicos creyeran que los Brewster Buffalo eran «perfectamente adecuados para Extremo Oriente», hasta que se tropezaron con los Zero japoneses.
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