Arriba, la versión biplaza de entrenamiento del Yokosuka Ohka, de la que se construyeron muy pocos ejemplares. Abajo, la versión operativa, con un gran torpedo de una tonelada de peso ocupando toda la parte delantera del aparato, de la que se construyeron más de 800 unidades. Nótese la flor de cerezo pintada en el morro.
Ohka parece ser la grafía antigua de la flor del cerezo (Sakura), y el nombre estaba bien elegido. La floración de los cerezos es un acontecimiento muy importante enJapón, y se sigue con mucha atención desde que comienza a finales de enero en Okinawa hasta que termina a comienzos de mayo en Sapporo, en el norte. La flor del cerezo simboliza la belleza y la efímera fragilidad de la vida, y es el centro del Hanami, la temporada que reúne a todo el mundo en parques y jardines para disfrutar con la visión de tan espléndida floración.
Fue precisamente en Okinawa, a comienzos del año 1945, cuando los Ohka se usaron por primera vez en acción de guerra. Todos los ejércitos dan por sentado que sus soldados deben entregar su vida por la patria si es necesario, aunque todos confían en no tener que llegar a tal extremo. El Ohka convertía esa posibilidad de sacrificio en una certeza, pues el piloto era atornillado en el interior de la cabina, su avión izado y fijado en la panza de un bombardero y, tras llegar a unos 30 km del objetivo, soltado para que enfilara el blanco tras unos minutos de vuelo y se estrellara contra él.
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