W de Rata

polikarpovi16rata1940

 

Polikarpov I.16 poco después de terminar la guerra civil. Los aviones capturados a los republicanos llevaban la letra W como indicativo.

 

César Silió dijo lo que pensaban muchos de los ganadores de la guerra civil en su libro Trayectoria y significación de España. Del tiempo viejo al tiempo nuevo, publicado en Madrid en 1939. Silió no era precisamente un joven y feroz falangista: tenía 75 años y había sido ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes en uno de los gabinetes de Antonio Maura. El ex ministro maurista argumentaba así: “…quedan dentro del territorio nacional millones de españoles que militaron en el campo enemigo… luchando con las armas o deseando la victoria de las milicias rojas. –¿Qué hemos de hacer con ellos? No podemos matar ni encarcelar a millones de seres… No queda otro camino practicable que la depuración de esa masa: eliminación radical o encarcelamiento, según los casos, de los asesinos, ladrones e incendiarios y de los inductores que llenaron de odio las almas, preparándolas cobarde y arteramente para el crimen, y atracción, absorción de los engañados cuya adaptación sea posible”. En un discurso en Sevilla en abril de 1940 Ramón Serrano Súñer, que era mucho más joven y mucho más peligroso que D. César, dijo algo en la misma línea: “…el Partido Nacional … tiene incluso la tarea ambiciosa, pero necesaria, de absorber, de ganar a la gran masa de la zona roja que no se pueda destruir” [1].

Cuando se acabaron las fiestas de la victoria –compuestas principalmente por la gran parada aérea de Barajas, la despedida de la Legión Cóndor y los desfiles aéreos sobre Barcelona, Madrid y Sevilla– la aviación nacional comenzó a hacerse cargo de los restos de la Gloriosa. Una parte importante fue entregada en el aeropuerto de Barajas, los últimos días de marzo de 1939. Era una de las consecuencias de las fallidas conversaciones de paz entre la Junta de Defensa del coronel Casado y el gobierno de Burgos. Casado creía equivocadamente que podría hablar con Franco de militar a militar, para pactar algunas condiciones para la rendición, pero la rendición incondicional fue lo único que se consiguió al final. Casado huyó del país en avión, como el general Miaja y muchos líderes de la República. Algunos pasaron a Francia y un grupo bastante nutrido voló a Orán, en la Argelia Francesa, un trayecto muy corto desde Alicante o Murcia. A su tiempo, los servicios de recuperación de la aviación nacional se hicieron cargo de los aviones repartidos por Francia y el en aeródromo de la Senia, en Orán. Algunos de los aviones hallados en Francia estaban todavía embalados y tirados en cunetas y patio de estaciones de ferrocarril, pues eran los restos del último envío soviético, que apenas pudo cruzar la frontera antes de la ocupación de Cataluña por los nacionalistas. Otros muchos aviones se encontraron en diversos campos de aviación usados por los republicanos.

Así la aviación nacional, que pronto se llamaría Ejército del Aire, siguió la norma del fraile: todo es bueno para el convento. Muchos de los aviones eran chatarra, pero había bastantes utilizables, principalmente los Chatos, los Ratas (antiguos Moscas) y los Katiuskas. Los de menor calidad o que había disponibles en poca cantidad, como losPolikarpov R-Z o los Grumman Delfín fueron enviados a Marruecos. También resultaron útiles algunos aviones de transporte, como los Dragon, los DC-2supervivientes y los Airspeed Envoy. Había incluso un ejemplar único, el DC-1 adquirido por Howard Hughes. No quedó nada de los aviones franceses, checos, letones, holandeses o alemanes que habían formado parte de las variopintas fuerzas aéreas republicanas.

Con todos ellos se repitió el procedimiento que había tenido lugar en julio de 1936: se cubrió de blanco la bandera republicana de la deriva y se pintó una gran tachadura negra encima en forma de aspa. Se eliminaron las franjas rojas del fuselaje y se pintó encima un círculo negro con el símbolo de la Falange inserto, de color blanco o rojo, a elegir. Los recursos humanos de la aviación republicana sufrieron un tratamiento más duro de selección y depuración. Los oficiales y mandos superiores que no huyeron fueron juzgados por el delito de auxilio a la rebelión militar y fusilados o condenados a largas penas de cárcel. Sargentos, mecánicos y soldados con “responsabilidades políticas” fueron igualmente condenados a penas de prisión o ejecutados y el resto, la mayoría, tuvieron que pasar por el campo de concentración y después por varios años suplementarios de servicio militar. Hacia 1945 el proceso descrito por Serrano Súñer como de “absorción/destrucción” del enemigo estaba casi completado.

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[1] Molinero, C. : La captación de las masas. Política social y propaganda en el régimen franquista. Cátedra, 2005.

 

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