Una impresionante águila de aluminio esculpida por Romeo Gregori domina la Mostra Autarchica del Minerale Italiano (Exposición de la Autarquía de los Minerales Italianos, 1938-1939), destinada a evidenciar la inutilidad de la tímida política de sanciones económicas que la Sociedad de Naciones había impuesto a Italia tras la invasión de Etiopía. La frase «Mussolini siempre tiene razón» no era solo una imbecilidad, sino la base fundamental de la ideología fascista: Mussolini era la encarnación de la nación, y la nación, por definición, no puede equivocarse.
Un batallón de curas –y algún fraile– desfila ante Mussolini por la Via dell’Impero, que unía el Coliseo (al fondo de la imagen) con la Piazza Venezia, cuartel general del Duce y escenario de sus discursos más sonados. Los religiosos son seguramente capellanes castrenses. La iglesia católica mantuvo las más cordiales relaciones con el régimen fascista hasta los años de la segunda guerra mundial.
Ambas fotos de la Agence France Presse y halladas en The fascist myth of romanity, de Andrea Giardina.
Asuntos: Autarquía, Fascismo, Minería, Religión
Tochos: La guerra total en Europa