La magia del nacionalismo: fascistas

seccionfemeninaA.C.G. : revista mensual ilustrada del Auto-Aero Club de Galicia : afiliado al Automóvil Club de España Año VIII Num. 80-81 (Enero-Febrero 1937)- Biblioteca de Galicia – Galiciana Digital

 

 

… muy guapas todas con sus azules uniformes.

Pilar Primo de Rivera y sus compañeras de Falange femenina, en el acto de inauguración de unos comedores de Auxilio de Invierno.
ABC de Sevilla, 26 de diciembre de 1936

 

Corte de Camisas Azules,
sólo para camaradas.
Precio: 13 pesetas corte.

Nueva España, Benavente, 13 de marzo de 1938

 

Todo socialista español lleva dentro un nacionalista.

Ahora, 16 de febrero de 1934. (de Wikipedia)

 

El 20 de noviembre de 1936 murió fusilado en la cárcel de Alicante José Antonio Primo de Rivera, mártir nº 1 del nacionalismo español. Su partido, Falange Española (FE), había pasado de ser un grupo muy pequeño y poco importante a convertirse en la gran fachada ideológica del estado nacionalista, junto con el carlismo. FE era un partido fascista, difícil de definir por lo tanto pues, como suele ocurrir en los partidos de esta índole,  reunía gran cantidad de ismos bajo sus siglas, principalmente totalitarismo (que no era una palabra peyorativa en la época), socialismo (a veces más a la izquierda que nadie) y sobre todo nacionalismo. Por si fuera poco, existían fundadas sospechas de que FE no era más que una de las organizaciones  armada de la plutocracia, que ciertamente vertió generosas cantidades de dinero en las arcas del partido. De todo este lío ideológico surgió una Falange en guerra que funcionó muy bien para absorber y domesticar al final todas las energías políticas de la zona nacional.

Los falangistas eran una gran novedad en el terreno político español por la extraordinaria importancia de su uniforme. En 1936 y antes muchos partidos tenían milicias uniformadas, pero FE era el único movimiento político que no servía para nada yendo de paisano. Elemento fundamental del uniforme era la camisa de color azul oscuro, “azul mahón”, algodón teñido de añil, que resultaba serio y proletario a la vez [55], y que se impuso a la camisa castellana de tirilla propuesta por Ernesto Giménez Caballero. En aquel tiempo había camisas de colores por todas partes: rojas, pardas, negras, azules claro (en Irlanda) e incluso verdes (las milicias del Partido Nacionalista Español del doctor Albiñana). La camisa azul falangista resultó ser un símbolo extraordinariamente versátil. Se podía llevar con o sin correaje, para marcar el grado de agresividad militar que se quería dar en cada momento, y se le podían agregar toda clase de insignias de rango.

Las conspicuas camisas azules surgieron en 1934, llevadas por un puñado de jóvenes de buena familia. No se multiplicaron mucho hasta su gran expansión a partir del verano del 1936, cuando multiplicaron por cien como mínimo sus efectivos. Crecieron regularmente durante el resto de la guerra, ahora acompañadas de pantalones, correaje y borceguíes militares, con un gorro cuartelero que sólo se distinguía del que usaban los milicianos en que conservaba la borla. Algunos militares usaban la camisa azul bajo la guerrera. En marzo de 1937 se produjo la fusión política en la zona nacionalista  y la camisa azul pasó a ser uniforme oficial del partido único, llamado familiarmente El Movimiento. A estas alturas había ya cientos de miles de camisas azules, expresión que indicaba tanto a la prenda como a la ideología falangista de la persona que iba dentro (los falangistas de preguerra eran llamados camisas viejas para distinguirlos de los advenedizos). La fusión política provocó por fuerza una fusión de símbolos, que consistieron principalmente en añadir la boina roja carlista a la camisa azul falangista. Pero esta combinación, aunque oficialmente obligatoria, era rechazada con horror tanto por los falangistas como por los tradicionalistas. Después de la guerra civil, las camisas azules tuvieron su máxima expansión en el Franquismo Medio,  cuando la llevaban en determinados actos oficiales cientos de miles de funcionarios completamente alejados del falangismo.

Por lo que respecta a los memes falangistas bajo la camisa, resultaban bastante confusos (su definición oficial era “nacional-sindicalismo”). Tras la unificación de marzo de 1937, lo que quedó fue retórica vacía, quedando el desarrollo de la ideología del fascismo español para las discusiones semiclandestinas de algunos camaradas. Los alardes socialistas y anti-capitalistas de los primeros tiempos se fueron podando, y el producto final fue un robusto nacionalismo español.

Este nacionalismo es darwinista puro: la nación es el elemento lanzado a la lucha por la vida contra otras naciones. Esto exige una gran producción de cañones, por lo general en detrimento de la mantequilla. La sanidad pública “militarizada” es importante, así como el deporte, la lucha contra las degeneraciones, etc. La idea es mantener el Pueblo nacional libre de infecciones; este Pueblo prístino y arquetípico se considera que tiene cualidades excelsas a escala mundial. El nacionalismo español usó y abusó de la experiencia imperial de España para demostrar cómo estas buenas cualidades se habían manifestado, desde el ártico hasta el trópico y desde el siglo XIV hasta la misma guerra civil.

El nacionalismo español progresó a lo largo de toda la primera mitad del siglo XX, y fue uno de los principales ganadores de la guerra civil, hasta alcanzar un máximo hacia 1940. Luego comenzó su lento declive. Los nacionalismos vasco, catalán y gallego participan en general de las características del español. Crecieron lentamente a lo largo del primer tercio del siglo XX, y estuvieron entre los principales derrotados en la guerra civil, que los hizo desaparecer de la escena pública durante muchos años. Hasta las últimas décadas del siglo y comienzos del XXI, en que su crecimiento es paulatino.

El nacionalismo era durante la década de 1930 una aspiración política fundamental, y el fascismo era visto como una buena solución por muchísimas personas, arriba y abajo. La economía “globalizada” había sufrido grave daño con la Gran Depresión, y todos los estados se volvieron hacia adentro, afilaron sus garras en forma de aranceles y miraron con desconfianza a sus vecinos.

En un ejemplo minúsculo, el boyante comercio de exportación de sardinas en lata españolas a Italia fue gravemente mermado cuando el estado fascista incluyó este producto en la general «loca carrera de prohibiciones, contingentes, etc.» que azotaba el mundo. Suspira el economista Antonio de Miguel, en 1935: «Hay que esperar que esta ráfaga de locura económica pase y al nacionalismo acéfalo y rabioso que ahora impera sustituya una política de colaboración económica internacional y de paz industrial y mercantil[56].» No fue así, o al menos fue así con la guerra más destructiva de la historia en medio. En España, como en todo el mundo, el fascismo podía ser parte de la solución, y resulta llamativo la poca importancia que tuvo hasta que la guerra civil le ofreció el vacío político que necesitaba para expandirse y ocuparlo todo.

Irónicamente en un partido que se vanagloriaba de su virilidad, la parte más interesante del fascismo español fue sin duda su departamento mujeril, la Sección Femenina. La SF partía de una contradicción fundamental: sus miembros debían llevar uniforme y tomar parte muy activa en la guerra, pero al mismo tiempo debían ser esclavas del hogar. En febrero de 1937 se reglamentó minuciosamente este uniforme y se prohibió el uso de gorro, correaje y otras prendas cuarteleras, ya que podían dar a las afiliadas de la SF “un aspecto confuso y varonil[57]”. Es evidente que el camarada redactor del reglamento tenía en mente como una pesadilla el aspecto de las milicianas republicanas, insultadas en la prensa nacionalista hasta la extenuación por llevar uniforme como los hombres. Por si acaso, el último artículo del reglamento de uniformidad remata: “Las afiliadas de la Sección Femenina deberán de dotar el arreglo de su persona de un aire sencillo, limpio y exacto” –y ahí se detiene, a punto de escribir “y virginal”.

Con o sin uniforme, la Sección Femenina organizó la más poderosa organización de asistencia social de la zona nacional, llamada primero Auxilio de Invierno (traducción del nombre de la organización asistencial del partido nacionalsocialista alemán,  Winterhilfe, que fue la plantilla de la entidad española) y luego Auxilio Social. Funcionando como el policía bueno del régimen nacionalista, esta organización alimentó, vistió y curó a cientos de miles de personas, funcionando de manera autónoma en la práctica con respecto a FET y de las JONS. Gracias a un hábil sistema de recaudación de fondos (insignias que se repartían por la calle, día del plato único, suscripciones para las familias pudientes, etc.) consiguió autonomía financiera. Puesto que en Estado nacionalista no había nada ni remotamente parecido, quedando de la antigua Beneficencia tan sólo algunos restos bajo el control de la Iglesia, brilló con luz propia durante los años de la guerra.

Una de las tareas de Auxilio Social consistía en llenar camiones con pan para hacerlos entrar en las poblaciones liberadas por el ejército nacional inmediatamente después de los primeros soldados. Los camiones se dirigían a alguna plaza o calle céntrica y comenzaban a repartir su carga entre la famélica población. La operación era muchas veces minuciosamente fotografiada y filmada. Se suponía que Auxilio Social no dependía del Presupuesto sino de contribuciones voluntarias. Estas se organizaron mediante los días de Plato Único y Sin Postre, cuyo importe pagaban los clientes y se cobraba regularmente a los hosteleros. Para aumentar sus ingresos, la Sección Femenina también repartía insignias por la calle a cambio de un módico donativo; la insignia proporcionaba inmunidad a su portador durante cierto tiempo frente a los continuos asaltos de las recaudadoras callejeras. Este modelo de asistencia resultaba lógico para la Derecha: la caridad del rico enmendaba la miseria del pobre mediante un sistema de contribuciones voluntarias canalizadas por un sistema semiprivado. Más adelante, el Régimen franquista emprendió un elaborado sistema de beneficios sociales para las masas a base de puntos familiares, seguro obligatorio de enfermedad, préstamos por nupcialidad, etc.

 

[55] http://www.juntoafe.com.ar/JoseAntonio/Anecdotas%20de%20Jose%20Antonio/Jose%20Antonio%20y%20la%20camisa%20azul.htm
[56] ANTONIO DE MIGUEL: El potencial económico de España. Gráfica Administrativa- Madrid. -. (1935)
[57] Azul (Córdoba) 8 de febrero de 1937

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