La España Vaciada y la España Abarrotada

La autovía de Navarra, a unos 10 km al sur de Almazán. Google Street View.

Según el Observatorio del Transporte y la Logística en España, Madrid tiene 3.318 kilómetros de carreteras y Soria 3.331. Es decir, tocan a medio metro de carretera los seis millones de habitantes de la Comunidad de Madrid, ¡no es extraño que haya tantos atascos! y a unos 40 metros por habitante los de la provincia de Soria, donde no es raro ver anchas y bien peraltadas carreteras que llevan a pueblos de una docena o menos de vecinos, así como autovías solitarias, por las que circulan juntos coches y zarzas llevadas por el viento. La comparación en automóviles per cápita da una ligera ventaja a Madrid, 53,2 frente a 52,8 en el altiplano numantino. Los índices de paro son menos de la mitad de la media nacional en Soria y su renta por persona está en la parte de arriba de la tabla. Por lo que respecta a indicadores sociales y sanitarios, Soria es probablemente el récord mundial de esperanza de vida, más 88 años para mujeres, y tiene más del doble de centenarios que la media nacional. Año tras año, los indicadores de excelencia académica colocan a esta provincia de la cabecera del Duero más o menos al nivel de Finlandia y Singapur, las referencias mundiales de calidad escolar.

Por si fuera poco, las condiciones ambientales de la provincia (medidas en índice de ruido soportado, contaminación atmósférica, aguas residuales sin depurar, etc.) son mejores que la media del país y desde luego mucho mejores que las que rigen en la muy contaminada Comunidad de Madrid.  Para colmo, el poder político de los votantes sorianos es extraordinario, ocho o nueve veces mayor a los madrileños en términos de votos necesarios para conseguir un escaño en el congreso. Por lo que respecta a elegir senadores, baste decir que Soria elige el mismo número de senadores que Madrid, con una población ochenta veces inferior.

Y ahora llegamos a la parte mala. El índice de envejecimiento de la población en Soria es el doble del de Madrid, y su densidad de población cien veces inferior. Han desaparecido más de cien de sus municipios, de un total de casi 300 se ha quedado la provincia en unos 180, igual que los que tiene Madrid. De esos 180, dos terceras partes se extinguen literalmente, tienen menos de 50 habitantes. Ahora mismo Soria tiene una enorme capital que reúne la mitad de la población de la provincia (40.000 habitantes pues), media docena de pueblos grandes con alguna actividad y un amplio vacío en el 95% de su territorio.

Un examen de las reivindicaciones de Soria ¡Ya!, la organización que lidera la revuelta de la España Vaciada, muestra que son las mismas que se hacían hace un siglo (véase este recorte de El Financiero de mayo de 1923), es decir, carreteras, ferrocarriles, industria, servicios y equipamientos. Por ejemplo, completar la autovía de Navarra, el tramo Medinaceli – Tudela. Esta autovía, de cuatro carriles, soporta un tráfico ligero, con una intensidad media diaria de 5.000 y pico vehículos, es decir, un coche cada 17 segundos, tres o cuatro por minuto, entre cuyo paso reina el silencio. Como comparación, la autovía de circunvalación M-40 de Madrid soporta un tráfico de más de 150.000 vehículos diarios, más de 100 por minuto, un estruendo continuo. La M-40 tiene ocho carriles, la autovía de Navarra cuatro. Está muy bien que se termine esta autovía de Navarra y que se comience a construir la del Duero sobre la N-122, que tiene ahora mismo una intensidad media diaria de vehículos algo inferior a la de Navarra, las autovías son carreteras mucho más seguras. Pero en este caso los que deberían protestar son los usuarios de la M-40, que se deben conformar con una carretera demasiado estrecha y con riesgo permanente de atascos. Un argumento a favor de las autovías que se dice mucho en Soria es que así se reducirían los accidentes causados por animales, que son muy frecuentes en la provincia (provocados por corzos y jabalíes, principalmente). Se supone que los bichos se mantendrán alejados de tan ancha cinta de asfalto, sobre todo si se la protege con fosos y vallas.

El caso del ferrocarril sí es sangrante, como todo lo relacionado con el transporte público en la provincia. El turista que intente viajar en autobús de la capital a un pueblo cualquiera tendrá que tener paciencia: algunas localidades con suerte tienen enlace diario con la capital, pero no son raras frecuencias trisemanales, como las diligencias del siglo XVIII. Las conexiones inter-pueblos no existen. El ferrocarril está a punto de desvanecerse: ya solo queda el ramal que une Torralba, en el sur de la provincia, con la capital. Las frecuencias disminuyen y la puntualidad empeora poco a poco. Es parte de la destrucción sistemática del tren como transporte público, que ha supuesto el triunfo de la carretera y el coche. Una reivindicación de Soria ¡Ya! es mejorar esta línea y abrir (más bien re-abrir) nuevas líneas, aunque con el elevado índice de motorización de la provincia es probable que los trenes fueran vacíos la mayor parte del tiempo.

Pero estamos al borde de una revolución en el transporte: ¿podría crearse un sistema de coches eléctricos compartidos (autónomos seguramente) capaces de dar servicio a una provincia de 10.000 km cuadrados y 500 localizaciones? Pues puede que sea más fácil de lo que parece, gracias a todo el lío moderno de los esmarfones y su fulgurante capacidad de comunicación en red. En realidad la principal deficiencia de la España Vaciada, y en eso está de acuerdo hasta el Gobierno, es la debilidad de las telecomunicaciones. Con un wifi raquítico no se puede hacer nada, ni trabajar ni vivir a gusto. Otra cosa es como se entiende la reinvindicación de «que los servicios públicos sean independientes de la densidad de población». Llevado al extremo, implicaría un museo de arte de los buenos por cada cabeza de partido. Pero en el mundo real casi todo tiene arreglo, la educación, la sanidad, la cultura y la policía pueden adaptarse para funcionar muy bien en áreas de muy baja densidad de población. Junto al párking del hospital de Don Benito – Villanueva hay un helicóptero, que se encarga de los traslados urgentes de enfermos y accidentados en la Siberia extremeña, otra zona olvidada de los poderes públicos. El transporte aéreo es una solución evidente, pero hay otras.

La siguiente gran reivindicación es la industria, atraer empresas, potenciar polígonos fabriles, incluso fomentar el regadío. Esto no está nada claro, ¿cómo funcionaría esta pasión industrial a comienzos del siglo XXI, se supone que ya en plena Cuarta o Quinta Revolución Industrial (ya se ha perdido la cuenta) y vislumbrando la siguiente? Los polígonos industriales de la provincia son grandes y tienen buena dotación de agua, pavimentación, electricidad, energía, etc., pero están casi vacíos. Es extraño que la lista de demandas de Soria ¡Ya! no diga nada del punto fuerte de la provincia, las energías renovables. Castilla y León es la comunidad que más electricidad renovable produce de España, y Soria es la segunda provincia en importancia en este rubro de la región. El famoso cierzo, que corta el cutis, puesto a trabajar. Hay más, la gran cantidad de días despejados al año y el frío convierten a esta provincia en el mejor lugar del mundo para producir electricidad fotovoltaica. ¿Hay más? Pues sí, mucho más por la parte de la biomasa (la antigua leña), subproducto o producto principal de la enorme masa forestal que posee el país del Alto Duero.

Lo más curioso es que, lejos de tratarse de un territorio saqueado y abandonado por las pujantes y soberbias metrópolis (digamos en este caso Zaragoza, Valladolid, Bilbao y la fuente de todos los males, Madrid) lejos de ser una comarca sin futuro, ahora mismo Soria y su región circundante (lo que Estrabón, hace 2.000 años, llamaba la Idoúbeda) es todo lo contrario. La gran ciudad está viendo sus límites y está cambiando para adaptarse a un mundo de recursos limitados y amenazas climáticas, y para hacerlo necesita al mundo no-urbano que la rodea, lo mismo que la aldea más alejada necesita a la gran ciudad. La llamada España Vaciada es tan parte de la gran ciudad como su plaza principal, los páramos de Renieblas son tan urbanos como la Puerta del Sol. No tiene sentido oponer la ciudad al campo. En la década de 1930 el fascismo español insistió mucho en devolver al campo lo que la ciudad le robaba, pintando cuadros de espantosa miseria campesina en contraste con la opulencia de la gran ciudad. Esa idea es completamente estrambótica a comienzos del siglo XXI, cuando la miseria es más bien cosa de la periferia y el centro de la gran ciudad que del medio rural. La oferta de la llamada España vaciada es imbatible: espacio, calidad ambiental, energía renovable, calidad de vida. Solo anda floja en transporte público y en telecomunicaciones, y eso tiene arreglo, gracias a la presión de manifestaciones como la de este domingo 31 de marzo en Madrid (la metrópoli voraz).

Marciano Lafuente

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