El truco del Generalísimo

En enero de 2013 la Audiencia de Barcelona admitió la demanda de la asociación Altraitalia (Otra Italia) y dos particulares contra 22 aviadores de la Regia Aeronautica (Aviación Real) que participaron en los bombardeos de Barcelona de marzo de 1938, que mataron a cientos de personas e hirieron a millares. Los aviadores ya serán muy ancianos, si queda alguno con vida, y sus responsables políticos y militares, como Mussolini y Franco, murieron en 1945 y en 1975, en circunstancias muy dispares.

Parece ser que Mussolini quería demostrar que sus militares, lejos de la imagen de blandos tocadores de mandolina, podían ser tan brutales asesinos como cualquiera. El bombardeo de Barcelona fue un ensayo de ataque terrorista de saturación contra la población civil, duró dos días durante los cuales las bombas cayeron a intervalos regulares y su intención era hundir la moral de los barceloneses en un momento en que las tropas nacionalistas estaban a punto de cortar la zona republicana en dos. También se ha dicho que Franco se volvió “lívido de ira” cuando supo la noticia.

En realidad el Caudillo y el Duce se traían un juego que duró toda la guerra civil. El Generalísimo se beneficiaba del poder bombardero de la aviación italiana, que nunca se dudó en emplear y que se justificó de mil maneras, y al mismo tiempo, si la masacre se salía de madre, podía echar toda la culpa a sus incontrolables aliados italianos y alemanes. Esta idea la expresa muy bien un chiste publicado en L’Esquella de la Torratxa, periódico satírico de Barcelona, el 8 de abril de 1938, que se puede ver arriba. En la viñeta superior, Franco pregunta que de quién son los aviones italianos al leer en el Popolo d’Italia noticias del bombardeo, mientras que un grupo de aviadores italianos leen la misma noticia en el Diario de Burgos y se escandalizan del salvajismo de los aviadores de Franco.

Nota: Los aviones que masacraron Barcelona llevaban pintada en la deriva la cruz de San Andrés sobre fondo blanco, el mismo diseño que llevan ahora los aviones del Ejército del Aire. Se creó en agosto de 1936 cuando embadurnaron de pintura blanca las derivas de los aparatos nacionalistas, tapando así la bandera republicana que llevaban, y para más seguridad añadieron una gran tachadura, una «X» que luego fue racionalizada como una cruz de san Andrés, viejo símbolo de la milicia española, etc.

 

 

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