Airbus A380 de British Airways. El primero fue presentado a los medios a comienzos de 2013.
El orondo A380 de British Airways simboliza el brillo de una compañía en un buen momento, con otros varios Airbuses gigantes encargados y varios ultra-modernos Boeing 787 en la lista de pedidos. BA, aerolínea de bandera del Reino Unido –no hay más que fijarse en la gigantesca versión de la Unión Jack que cubre la deriva del A380– es aparentemente una empresa aérea en expansión, pero ¿qué tiene que ver eso con la aviación española? La verdad es que mucho. British Airways e Iberia pertenecen a una empresa, IAG, dueña también de Vueling desde comienzos de 2013 y de Aer Lingus (aproximadamente “flota aérea” en irlandés) desde 2015. IAG no es una campañía aérea, sino una oficina de atención a los inversores, que exigen retornos cada vez mayores por su dinero. Las antiguas culturas aeronáuticas de Iberia y British Airways han doblado la rodilla ante un mundo aéreo de bajo coste obsesionado por los beneficios para el accionista y centrado prin-cipalmente en exprimir a los trabajadores y, a la mínima oportunidad, a los clientes. En 2013-2014, Iberia asustó a todo el mundo cerrando muchas líneas consideradas como poco rentables, algunas tan venerables como Madrid – La Habana, o tan conocidas como Madrid – Estambul (Turkish Airlines se apresuró a llenar este supuestamente irrentable vacío). Al mismo tiempo se desprendió de una cuarta parte de la plantilla, y quiere eliminar más trabajadores de la nómina de la empresa.
La filial de bajo coste de Iberia (Iberia Express) se presenta como modelo para la compañía (principalmente por sus bajos salarios), ante la oposición frontal del tradicionalmente combativo sindicato de pilotos. Se acusó a la compañía británica de querer sanear su gran agujero financiero (derivado de una mala gestión de sus fondos de pensiones) a costa de la compañía española. Todo eso ocurrió y ocurre en medio de una especie de guerra mundial financiera que, en el caso de España, ha dejado claro que no se tolerarán sueldos de más 800 euros al mes. Entre todo este ruido navega Iberia, la principal aerolínea de la aviación comercial española, una historia que comenzó hace casi 90 años con un par de Roland Rohrbach en la inhóspita ruta Madrid – Barcelona.
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