Un Boeing 747 de El Al, la aerolínea de bandera de Israel.
Otra de las muchas consecuencias del ataque terrorista del 11 de septiembre fue que el modelo El Al de aerolínea civil en guerra permanente se extendió paulatinamente por todo el mundo. El sistema de seguridad de la aerolínea nacional israelí, que le cuesta una enorme cantidad de dinero, cubierto en un 70% por el gobierno, es reputado como el más intensivo del mundo.
Basado principalmente en la desconfianza extrema, cada pasajero es interrogado exhaustivamente. “Si el primer oficial de seguridad no queda satisfecho con las respuestas, se llama a otro más experimentado. Si tampoco éste queda satisfecho, el equipaje del pasajero será registrado minuciosamente” (Algunos turistas se quejan de la “naturaleza personal” de las preguntas). La carga comercial es colocada previamente en una cámara de descompresión, para activar cualquier mecanismo de detonación sensible a la altura.
En consecuencia, el moderno pasajero aéreo sabe que llega a una zona de guerra en cuanto entra en un aeropuerto. Será registrado minuciosamente y tendrá que dejar atrás cualquier objeto capaz de convertirse en un arma, incluso una lima de uñas. Cualquier actitud sospechosa o comentario desafortunado será investigado cuidadosamente y castigado implacablemente si es necesario. Los aviones mismos fortifican la cabina de los pilotos, y se está planeando en serio dotarlos de medidas contramisiles. No prosperó la idea de dotar a los pilotos mismos con pistolas, aunque parece que se extiende la de incluir un agente armado camuflado entre el pasaje.
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