Arriba, un Texan de la FAB pintado como avión de entrenamiento. Abajo, con camuflaje de guerra.
A comienzos del año 1967, la Fuerza Aérea Boliviana envió sus aviones Texan a un trabajo de contrainsurgencia en una región del sureste del país, el río Ñancahuazú (Quebrada Grande en guaraní). Aproximadamente a medio camino entre Santa Cruz y Potosí, la región es parte de la ladera este de los Andes, en su descenso hacia la cuenca amazónica. Es un paisaje desolado de quebradas u matorrales, poco habitado. Los AT6 bombardearon y ametrallaron a los insurgentes, como en tantos otros países, pero esta vez no se trataba de anónimos grupos de kikuyus o de fellagas argelinos. Ahí abajo, entre las quebradas de Ñancuahuazú, estaba Ernesto “Che” Guevara, el sir Galahad de la Revolución, indudablemente el guerrillero más famoso del siglo XX.
El Che había llegado a Bolivia a finales de 1966, camuflado como un ingeniero uruguayo. Parece ser que Bolivia, un gran y elevado país centrado entre cuatro potencias sudamericanas (Chile, Perú, Brasil y Argentina) fue considerado adecuado para establecer un foco revolucionario que eventualmente prendería en todo el continente. Dentro del territorio boliviano, se eligió el lugar para establecer la guerrilla como el que establece un negocio, e incluso se compró una finca de algo más de mil hectáreas para alojar a los insurgentes. La zona resultaba inhóspita y los campesinos se negaban a alistarse en la guerrilla.
El ejército boliviano y sus avionetas de reconocimiento detectaron pronto la presencia de los guerrilleros, unas cincuenta personas en total incluyendo cubanos, bolivianos y de otras nacionalidades que al principio inflingieron pequeñas pero aplastantes derrotas a los militares. Al ejército le costó mucho hacerse con la situación, y pasó algún tiempo hasta que consiguió reunir fuerzas suficientes en la zona, ya con el asesoramiento de un puñado de expertos norteamericanos y empleando armas nuevas del mismo origen.
Por ejemplo, los AT6 Texan dejaron de usar bombas convencionales y lanzaron napalm sobre los guerrilleros, como se había hecho en Indochina y Argelia y se estaba haciendo en Vietnam. La guerrilla se fue disolviendo en grupos más pequeños, cada vez más acosada. Los aviones se usaban cada vez con mayor eficiencia en los ataques, que se hacían ya en coordinación con la fuerzas terrestres. Por fin el Che fue herido, apresado y ejecutado pocas horas después, por orden del presidente boliviano René Barrientos, que había sido jefe de la fuerza aérea. Casi todos sus compañeros fueron muertos, salvo unos pocos que consiguieron huir.
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