El último avión del Imperio británico

El VC-10 era un avión muy elegante, pero no era lo que andaban buscando las compañías aéreas cuando voló por primera vez, en 1962. En la imagen, la maqueta que presentó Vickers en 1958 del nuevo avión imperial, cuatro años antes de su primer vuelo.

 

El VC-10 fue el canto del cisne de los aviones imperiales británicos, aparatos grandes y pesados diseñados para unir entre sí y con Londres la extensa parte del mapamundi pintada de rojo. Habían pertenecido a esta estirpe el Handley Page HP.42 o elShort S.23 Empire Flying Boat (Hidroavión Imperial). El Vickers (luego BAC) VC-10 fue diseñado teniendo en mente las enormes distancias en que se dispersaban las colonias británicas y sus aeropuertos, bastantes veces precarios y/o situados a elevada altitud.

La idea original era construir un avión para la BOAC (sucesora de Imperial Airways) capaz de volar a 600 millas por hora largas distancias entre aeropuertos con pistas de longitud limitada y clima cálido, siendo el ejemplo típico el tramo Karachi-Singapur (1). El avión contó por lo tanto con grandes alas con dispositivos de hipersustentación, que facilitaban un despegue y aterrizaje cortos, y con grandes depósitos de combustible que le daban un gran radio de acción.

Por desgracia para el proyecto, este formidable avión estaba cobrando forma en el preciso momento histórico en que el Imperio británico dejaba de existir y, peor todavía, en que empezaban a volar el Boeing 707 y el Douglas DC-8, más espaciosos y con menores costes por pasajero. Necesitaban pistas más largas que el VC-10, pero eso se resolvió pronto gracias la oleada de construcción de grandes aeropuertos con grandes pistas de los años 60, que alcanzó a todos los países del mundo.

Resultó casi imposible vender el VC-10 a ninguna compañía que no fuera BOAC, la sucesora de Imperial Airways. El entusiasmo inicial de 1958, cuando ante la vista de poco más de una maqueta BOAC firmó un contrato con Vickers por 35 VC-10 con opción para 20 más, se evaporó pronto, y la aerolínea dejó caer que en realidad prefería comprar Boeing 707. Se organizó una acre disputa política entre el nacionalismo británico (sic) y la racionalidad económica: se acusaba a BOAC de ser una especie de cementerio de elefantes de la fracasada industria aeronáutica civil británica. Al final BOAC encargó 29 unidades, y se pudieron colocar algunos más a sus filiales, como East African Airways o a aerolíneas de estados clientes, como Gulf Air.

1- Flight, 25 de julio de 1958.

 

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