Un Lockheed SuperConstellation de Iberia a mediados de la década de 1950
Iberia, es decir el INI y su presidente, Juan Antonio Suances, y por extensión el régimen franquista, rechazó horrorizada la sugerencia de Lockheed de hacer una ceremonia civil de bautizo de los Constellation recién adquiridos por la aerolínea nacional española. Habría sido en Burbank, California, y habría contado con majorettes y auténticas estrellas de Hollywood. En su lugar se prefirió una ceremonia religiosa en Nueva York. El arzobispo de Nueva York y cardenal, Francis Spellman, aceptó encantado presidirla. Spellman tenía por entonces una enorme influencia política, y era un anticomunista de pro, firme defensor del senador McCarthy. Subido a una escalera, regó con agua bendita el morro del Superconstellation “Santa María” y pronunció una oración escrita especialmente para la ocasión, pues el Misal Romano carecía por entonces de preces especiales para bautizar aviones. Fue el 20 de junio de 1954. El cardenal había estado en España dos años antes, asistiendo al Congreso Eucarístico de Barcelona, y no había visto señales de la dictadura por ninguna parte; al contrario, a su regreso a Nueva York informó a la prensa de que «en España, todo el mundo quiere a Franco»i.
La decisión de comprar SuperConstellations para la aerolínea oficial española se tomó en 1951 y precedió a los acuerdos hispanonorteamericanos que se firmarían dos años después, que apuntalaron decisivamente el franquismo y lo hicieron viable y presentable políticamente en Occidente para los siguientes 20 años. Los nombres de los tres primeros aviones (Pinta, Niña y Santa María) dejaban bien claro quién descubrió América. Los aviones se utilizaron para cubrir la nueva línea Madrid-Nueva York. En los tiempos en que la leche en polvo de la ayuda americana llegaba en grandes cantidades a España para nutrir a su famélica infancia, la carta de bebidas no hacía concesiones al patriotismo. Ausencia absoluta de Vino Español, sustituído por Vermouth Dry, Manhattan, Martini, Seagram’s V.O., Canadian Club, Johnny Walker (Black Label), Daiquiri, Vat 69, Coca Cola, Pepsi-Cola y jugo de tomate.
Tras los años de penuria y de empleo de aviones de segunda o tercera línea mantenidos en vuelo gracias a la artesanía e imaginación de los mecánicos, el SuperConstellation cambió por completo la situación. Era el avión que debía representar adecuadamente la apertura al exterior y la modernización de un país calificado como “tibetano”. Una consultora estadounidense sugirió el cambio del nombre “Líneas Aéreas Españolas” (Spanish Airlines) por Líneas Aéreas de España (Airlines of Spain), de aroma más europeo y menos latinoamericano. El mantenimiento de los costosos aviones debía hacerse en los Estados Unidos, aunque poco a poco todo fue revirtiendo a la sede de Iberia en el aeropuerto de Barajas (Madrid).
La terraza de la cafetería del aeropuerto era indudablemente el lugar más moderno de España, algo así como lo contrario de las Hurdesii: «Mis compañeros de excursión a Barajas son verdaderos tipos-muestra del público que acude al aeropuerto a diario. Señoras con niños que van a contemplar la entrada y salida de aviones como si se tratara de un maravilloso espectáculo (…). En la terraza, el público que hay sentado es de muy buen tono. Licores raros, cuadradillos de hielo, vasos delgados y altos parecen integrar allí un rito elemental de elegancia.(…) La atracción de la tarde es el «Superconstellation» que hace el servicio La Habana-Madrid. Tiene pintada una carabela con el nombre de «La Niña». Me emociono con el simbolismo, lamentando tan sólo una circunstancia nimia: que en mi patria de conquistadores gloriosos no se haya construido esa impresionante aeronave, que sería índice elocuente de otra clase de conquistas»iii.
i PÉREZ SAN EMETERIO, C. : A estas alturas. Historias de la aviación comercial en España. Noray (2003).
ii Las Hurdes habían sido estigmatizadas internacionalmente desde la película de Luis Buñuel Tierra sin pan (1932-1935).
iii NÚÑEZ-MAYO, O.: Aeropuertos [Temas españoles, nº 182]. Publicaciones Españolas (1955)]».