Un B-29 del SAC en la segunda mitad de la década de 1940.
La unidad que había llevado a cabo el bombardeo atómico de Japón desde la isla de Tinian regresó a la base de Roswell, en Nuevo Méjico, en octubre de 1945. Los aviones permanecieron allí hasta que fueron enviados en julio de 1946 al atolón de Kwajalein, en las islas Marshall, para hacer prácticas de bombardeo nuclear(1) y de paso arrasar muchas millas cuadradas de vida tropical.
En aquel momento, nadie más tenía la bomba. La Fuerza Aérea, que había sido una organización de tercer orden en la estructura militar de los Estados Unidos, subordinada al Ejército, y éste a su vez subordinado a la Marina, se encontró de repente convertida en el soporte principal del nuevo poder imperial norteamericano.
El Mando Aéreo Estratégico (SAC) se creó en marzo de 1946 con la misión de “llevar a cabo operaciones ofensivas de larga distancia en cualquier parte del mundo(2)”. En septiembre de 1947 la USAF quedó convertida legalmente en fuerza militar independiente, del mismo rango que la Marina o el Ejército, cosa que ya era de facto desde hacía años. Los Estados Unidos habían pasado al mismo tiempo de gran potencia regional en el continente americano y el Pacífico a superpotencia mundial.