Un bombardero fallido pero un estupendo avión comercial: el B-15

 

El único prototipo del Boeing XB-15, en 1938.

1934 fue el segundo annus mirabilis de la aviación (el primero fue 1909 y el último 1958). Ese año voló el Douglas DC-2 y la forma del avión moderno compacto y completamente metálico se consolidó definitivamente. Fue el año que escogió el Cuerpo Aéreo del Ejército de los Estados Unidos (USAAC) para lanzar la especificación de un bombardero capaz de volar 5.000 millas (8.000 km de distancia). La rápida evolución de la tecnología aérea estaba permitiendo al USAAC pensar en términos mundiales, tan solo dos años después de que el compacto y metálico B-9, con su autonomía de 1.000 km, marcara el camino.

La casa Boeing se puso al trabajo y el avión resultante voló por primera vez en 1937. Podía llevar gran cantidad de carga a muy larga distancia, pero resultaba lento, apenas podía superar los 250 km/h. A esa velocidad habría sido presa fácil de la aviación enemiga, y el Cuerpo Aéreo desestimó el proyecto en favor de la niña de sus ojos, el veloz B-17, la futura Fortaleza Volante, con autonomía más limitada pero más fácil de fabricar en serie y capaz de llevar mucho tonelaje de bombas. Así empezó la carrrera de carguero del B-15, durante la cual batió varios récords y se reveló como un avión bastante útil. Su mortífero papel previsto como bombardero quedó olvidado cuando voló con ayuda humanitaria a Chile en enero 1939. A final, el B-15 se trasmutó en el gran barco volador de Boeing, el modelo 314 Clipper, que voló por primera vez en 1938.

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