Bricolage aeronáutico con el «avión-cañón»

dewoitine510fare1938

Dewoitine D.510 del Grupo de Defensa de Costas, a comienzos de 1938.

 

En mayo de 1938, dos docenas de Dewoitines D.510C (“C” por China) llegaron en barco a Hanoi, desde donde fueron enviados en vuelo a Yunnan y entraron a formar parte de la fuerza aérea del Gobierno central chino, en guerra contra el Imperio japonés. Algunos meses antes, en noviembre de 1936, dos D.510H (“H” por Hedjaz, la actual Arabia Saudí) habían volado desde el sur de Francia no hacia Jeddah, sino hasta Barcelona.

Era otra de las habituales compras de contrabando de la República española. Cuando el asunto llegó a la prensa francesa, los fuertes partidos de la derecha y la extrema derecha gala pusieron el grito en el cielo. Resulta que el Dewoitine 510 no era un avión normal: encastrado entre los cilindros en V de su motor había un cañón de 20 mm que disparaba a través del buje de la hélice. El conjunto era llamado algo pomposamente motor cañón. « Notre moteur canon (…) c’est une pure merveille. Dans l’axe du moteur, un canon vous crache, à une vitesse de mitrailleuse, jusqu’à 600 obus dans la minute, petits obus de 25 mm, qui vous fracassent une aile comme un tireur adroit casse un tuyau de pipe au tir forain [1]. »

Este arma en teoría formidable era considerada como uno de los puntales de la defensa de Francia frente a sus enemigos. Cuando los oponentes del gobierno frentepopulista de Blum se enteraron de que un ejemplar había sido vendido a la Unión Soviética, el ministro del Aire, Pierre Cot, sudó tinta para convencerlos de que el avión había sido despojado de todo secreto militar antes de ser enviado a la URSS. El caso español provocó encendidos debates en la Asamblea nacional por la misma causa. El Gobierno francés exigió al Gobierno español republicano la devolución de los dos motores-cañón, cosa que éste hizo servicialmente.

Sin motores y sin armamento, los dos aparatos eran el colmo de la inutilidad, y quedaron arrumbados en un hangar durante meses. Por fin, la desesperada necesidad de aviones de la República les hizo volver a escena, para lo cual se les sometió a un completo bricolage aeronáutico, una verdadera especialidad de los mecánicos de la aviación republicana. Se les colocó un motor de Tupolev SB, que daba la casualidad de ser una copia con licencia del Hispano Suiza que equipaba originalmente el caza francés. Se instalaron dos ametralladoras en sendas góndolas bajo las alas, y es posible que a alguno de los dos ejemplares le acoplaran un cañón suizo Oerlikon sobre el motor ruso, consiguiendo así una versión artesanal del diseño original.

Eso fue en el verano de 1937, cuando la aviación italogermanohispana estaba ya superando con claridad la efímera paridad de fuerzas que había existido en el aire desde la llegada de la ayuda soviética en masa, en noviembre de 1936, hasta la batalla de Brunete, en julio de 1937.

En otoño de 1937 los Dewoitines fueron enviados a la costa levantina. Esta era la práctica habitual de la aviación republicana: emplear las compactas formaciones de aviones soviéticos en el frente, en el Oeste, mientras que la abigarrada colección de aviones contrabandeados de todo el mundo se dedicaba a la defensa de la frontera Este de la República, la costa del mar Mediterráneo, batida cada vez con más violencia por la aviación nacionalista basada en Mallorca.

La pareja de Dewoitines se encontró incluida en una unidad que incluía un Fiat CR-32 cogido al enemigo y algunos Dewotines modelo 351, muy parecidos a los 352 “lituanos” que habían llegado a España un año antes. En breve, los dos D.510 se encontraron prácticamente solos defendiendo todo el litoral de la provincia de Castellón [2].

A comienzos de marzo de 1938, las fuerzas nacionales estaban cortando en dos el territorio republicano al sur de la desembocadura del Ebro. Los días 16, 17 y 18 la aviación italiana llevó a cabo un ensayo de bombardeo continuo sobre Barcelona. Según Le Figaro del 19 de marzo, entre la una de la madrugada y las tres de la tarde del día anterior los bombarderos visitaron Barcelona seis veces, con un intervalo medio de dos horas y media entre cada ataque. El bombardeo resultó extrañamente luctuoso para Francia: murieron el vicecónsul general y el agente consular francés en Vinaroz, mientras que el cónsul general de Francia en Barcelona resultó herido.

El ataque obligó al gobierno republicano a enviar alguna escuadrilla de Moscas para reforzar las casi inexistentes defensas aéreas de la ciudad, pero no pudieron hacer gran cosa contra los bombarderos, aparte de conseguir desviarlos de su rumbo en ocasiones. Los Dewoitines 510, por su parte, volaban continuamente, sin ningún éxito, contra los bombarderos que visitaban su demarcación. Generalmente, los cazas llegaban cuando los aviones enemigos regresaban a sus bases después de cumplir su misión, y su velocidad no era mucho mayor, de manera que sus posibilidades de interceptarlos eran mínimas. Los sistemas de alerta y detección temprana de aviones de las fuerzas republicanas, además, dependían principalmente de observadores en tierra con un teléfono cerca.

El 21 de marzo, sólo tres días después de la masacre de Barcelona, un D.510 tuvo la enorme suerte de derribar, en plena noche, un gran hidroavión Heinkel 59 de bombardeo. El afortunado lance fue rápidamente explotado por la prensa republicana, y el héroe, el sargento José Sarrión (o Sarrió) Calatayud fue elevado a al categoría de héroe, con vistas a dar algo de moral a la decaída población levantina. Esta fue la contribución más importante de este avión a la resistencia republicana.

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[1] C. Martial, Les jeunes couvées des ailes françaises. Forces aériennes, Regards, 9 décembre 1937, no 204, en Le Parti communiste français et la défense nationale (septembre 1937-septembre 1939) par Georges VIDAL – Presses Universitaires de France / Revue historique.

[2] GESALÍ, D.: Un héroe olvidado: José Sarrió Calatayud y su Dewoitine 510. Cuadernos de Aviación Histórica ( 2003)

 
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