Motores para la guerra

autobusinglaterraEl gran autobús en que [El Socorro Internacional del Niño, la Societé of Friends y el National Joint Committee for Spanish Relief] enviaron víveres y ropas para los niños madrileños. Crónica, 28 de febrero de 1937.

 

¿Es usted de derechas?

El día 16 verá usted con simpatía la actuación en
la calle de las Juventudes y Requetés tradicionalistas.
Pero no se conforme con prestarles su calor moral.
Ayúdeles materialmente. Puede usted hacerlo.

¡Ofrézcales su coche!

para las rondas volantes. ¡Ellos se lo agradecerán!

OFRECIMIENTOS A MARQUÉS DE CUBA, 21,
O LLAMANDO AL 20563 O AL 13177

El Siglo Futuro, 11 de febrero de 1936

 

La requisa de automóviles
Con objeto de controlar mejor los automóviles requisados, la U. G. T. y la C. N. T. acordaron una fórmula. Esta consiste en que la U. G. T. utiliza ei numerado del primer millar  y la C.N.T. los restantes.

La Vanguardia, 24 de julio de 1936

 

Cuenta la leyenda que Thorkild Rieber, el pintoresco jefe de la Texaco, escribió una carta a Henry Ford a bordo de un avión nacionalista que sobrevolaba el frente de Aragón, en la primavera de 1938: «Puedo ver a tus camiones, alimentados con mi petróleo, avanzar derrotando al comunismo». Se calcula en 12.000 el número de camiones Ford, Chevrolet, Dodge,  Studebaker y de otras marcas recibidos por el lado nacional, cantidad a la que habría que sumar unos 3.000 procedentes de Alemania e Italia.

La República también compró camiones en Estados Unidos, pero en menor cantidad. Esta escasez de medios motorizados se refleja en un cartel suplemento de Ejercito Popular dirigido a los conductores (Combatientes del Cuerpo de Tren): «España ha puesto oro en tus manos. Un coche ligero, un camión, cuestan muchos esfuerzos y muchos sacrificios hasta llegar a tus manos. Este material valioso es del pueblo. Cuídalo como al mayor tesoro.[…] España te encarga que lleves comida, municiones y armas a los hijos que la defienden. […] Nuestros triunfos dependen en buena parte de los chófers. Cada chofer debe tener moral de tanquista.» (El dibujo del cartel es un camión avanzando en formación junto a un carro de combate). El EPR tuvo una escasez crónica de camiones durante toda la guerra. agravada por las desesperadas peticiones de las autoridades madrileñas de vehículos de carga para mantener en funcionamiento el cordón umbilical de alimentos y pertrechos que mantenía a la semisitiada ciudad con vida.

Los camiones del Ejército Nacional se utilizaron en la primera y única ofensiva relámpago (del término alemán blitzkrieg) de toda la guerra. Fue precisamente la riada de camiones que vio Rieber, una operación muy profesional que combinó fuerzas motorizadas y aviones para llegar al Mediterráneo en Vinaroz (Castellón) y cortó así en dos el territorio de la República, el 15 de abril de 1938. Junto con el ferrocarril, la masa de camiones del EN fue muy importante para poner en práctica el modo franquista de hacer la guerra, que necesitaba la acumulación de grandes cantidades de armas y pertrechos en puntos concretos del frente enemigo.

En 1936 existirían en España a todo contar unos 20.000 camiones en buen uso, con tal vez 10.000 camionetas. Los camiones eran los sucesores mecánicos de los carros tirados por caballerías, pero multiplicando su capacidad de carga y su velocidad. Desde hacía una década estaban borrando del mapa los carros de tracción animal, y en realidad le estaban ganando terreno al ferrocarril en el papel de transporte básico de mercancías por tierra.

Los camiones (en realidad todos los vehículos de motor) fueron movilizados instantáneamente cuando comenzó el Alzamiento militar y la Resistencia republicana. Las autoridades militares sublevadas emplearon los camiones, cargados con falangistas, requetés, soldados, guardias civiles, legionarios o regulares, o a veces una mezcla de todos ellos, para dominar las localidades circundantes una vez que se habían hecho cargo de la capital de la provincia. Por lo general, bastaba un camión cargado de gente armada para dominar un pueblo no muy grande.

Las columnas que partieron de Valladolid, Pamplona, Zaragoza o Sevilla también emplearon camiones para avanzar con más rapidez y multiplicar su poder ofensivo. Fue así como consiguieron dominar la ruta entre Sevilla y Badajoz en apenas tres semanas. Los camiones también resultaban muy útiles cuando había que fusilar a grupos numerosos de prisioneros y se necesitaba un lugar discreto para ello (esto ocurrió tras las ejecuciones públicas de los primeros días). El camión fue el carro del Terror.

Los milicianos republicanos también emplearon camiones para frenar el avance de los militares alzados, en Aragón, la Sierra de Madrid o los accesos a Vizcaya. Estos camiones milicianos estaban cubiertos por gran cantidad de siglas (CNT-FAI, UGT, POUM, ERC, JSU, etc) y mensajes revolucionarios de los partidos en lucha contra los facciosos. Un chiste publicado en L’Esquella de la Torratxa en agosto de 1936 muestra un camión cubierto literalmente de siglas junto a una furgoneta con la leyenda LLET ante la que se para una pareja perpleja – ¿Lliga Espanyola de Treballadors?- inquiere el marido. No, hombre, «llet» (leche) le responde su mujer.

El paso siguiente después de marcar la propiedad revolucionaria sobre tan apreciados y potentes medios de trasporte fue convertirlos en los panzer del pueblo. Con este fin, en talleres de toda la España republicana (en la zona nacional se hicieron muchas menos reconversiones de este tipo) se emplearon chasis y motores de camiones para crear una serie de vehículos blindados de fantástico aspecto, como versiones rodantes de las corazas medievales. Algunos ejemplares fueron únicos, fabricados en el taller mecánico del pueblo para reforzar la moral de sus habitantes, pero en algunas industrias mecánicas, especialmente del área de Barcelona, se llegaron a fabricar en serie limitada.

Estos vehículos de cubrían de siglas y de consignas y se enviaban a la zona de guerra, aunque eran pocos los que conseguían moverse a velocidad apreciable y menos los que podrían inflingir algún daño al enemigo. Pasados unos pocos meses, sólo unos pocos modelos bien probados siguieron fabricándose. El resto de esta fantasmagórica división acorazada de los pobres terminó convertido en chatarra. En la zona republicana del norte se estuvo a punto de fabricar en serie un tanque (carro de combate) de verdad, con ruedas de cadenas y torreta móvil. Al parecer, llegaron a salir de la fábrica de Sestao, en Bilbao, una docena de unidades del Carro Trubia-Naval (por el origen del vehículo y por el nombre de su lugar de fabricación), aunque nadie los vio llegar al frente.

Los vehículos requisados por las organizaciones izquierdistas y convenientemente decorados irrumpieron en el tráfico urbano con estruendo. En agosto de 1936, el delegado de tráfico de Madrid tuvo que dictar disposiciones oficiales recordando a los conductores la necesidad de reducir la velocidad, conducir por la derecha y respetar los semáforos. No tuvo tanto éxito con los toques de cláxon, que “destrozan cualquier sistema nervioso, sobre todo por la noche[168]”. Hay que tener en cuenta que el número de conductores era reducido, y que no existía ni de lejos la densa cultura automovilística de hoy en día. Muchas personas que sabían guiar un auto habían huido o estaban escondidas, por pertenecer a las filas de los enemigos naturales de la revolución, y no había muchos chóferes profesionales. Los accidentes de tráfico se multiplicaron: “He aquí el lamentable final a que llega un automóvil entregado a manos inexpertas” es el pie de foto de la imagen de un vehículo destrozado y con las ruedas reventadas que publicó Crónica[169] en febrero de 1938.

Los tiempos felices de libertad de circulación desaparecieron pronto, a medida que el gobierno republicano recuperaba el control de la situación. Como ocurre hoy en día con el precio de la gasolina, se controlaron mucho más estrechamente los depósitos de combustible y los vales que daban derecho a repostar. Mas importante fue poner freno al uso indiscriminado de automóviles. Una nota[170] de la Federación Local de Sindicatos Únicos de Madrid (CNT) en octubre de 1936 criticaba acremente la proliferación de Comisiones y Comités administrativos, lo numeroso de sus miembros y el que usaran coches con este revelador argumento: …”hace tres meses ninguno de nosotros disponíamos de lujosos automóviles en que hacer las gestiones de la Organización (y las privadas), ya que estaban reservados para los ministros y los frailes; pero las gestiones no quedaban sin hacer.” Naturalmente, se nombró una Comisión encargada de inspeccionar y restringir los servivios mecánicos de la F.L.S.U. Al final, poco a poco, muchos vehículos de motor en buen estado fueron pasando a manos del Ejército.

Los vehículos requisados por los republicanos acompañaron a su nuevos propietarios en la derrota, y al final se produjo una impresionante acumulación de automóviles en las carreteras de acceso a Francia, que tuvieron que se abandonados por falta de combustible. El año siguiente se contabilizaban 25 cementerios de coches en Cataluña, con 9.000 vehículos y se dio la cifra de 6.300 coches devueltos a sus propietarios legítimos[171], no sabemos si antes o después de limpiarlos de las siglas revolucionarias.

 

[168] “Hacia la normalidad en la circulación” El Liberal, 28 de agosto de 1936.
[169] Ramón Martorell: “Breve historia del uso y del abuso del automóvil a lo largo de la guerra” Crónica, 20 de febrero de 1938.
[170] “Dos notas de los sindicatos únicos de Madrid” La Voz, 28 de octubre de 1936.
[171] Automovilismo: Servicio de Recuperación en la pasada guerra. Tte. Coronel Ramón Hernández Francés (de Artillería). Ejército, nº 7, agosto de 1940.

Asuntos: ,

Tochos:

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies