El caza ultrarrápido de la República

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Un Mosca a finales de 1936.

 
La Unión Soviética envió a España un kit aeronáutico de ayuda básico, el mismo que se envió a China. Años después, en pleno fragor de la lucha de las democracias contra el Eje, cuando el “sanguinario sátrapa del Kremlin” ya se había convertido temporalmente en el bondadoso “Tío Pepe,” el exembajador norteamericano en Moscú recordó en un artículo muy difundido que cuando Francia e Inglaterra contemporizaban con Alemania y Japón, la Unión Soviética era la única potencia que hacía algo de provecho, proporcionando armas a la República española para luchar contra los nazis y al KMT (Guomindang) chino para enfrentarse a los japoneses.

En realidad, los ecosistemas aéreos de chinos y republicanos españoles eran muy parecidos en su aspecto general de un bloque soviético compacto por un lado y un batiburrillo de aviones de las más diversas procedencias por otro. Esto proporciona de paso una interpretación de las razones soviéticas para meterse en la guerra del España: Stalin no tenía mucho interés en tener un “estado satélite” en la otra punta del Mediterráneo. Si envió ayuda fue porque la República luchaba contra la Alemania nazi, y eso era todo lo que le interesaba saber. En China, el Partido Comunista Chino no recibió apoyo explícito de la URSS hasta nada menos que 1949, con la guerra civil ya ganada. Antes, la Unión Soviética apoyó muchos años al Guomindang, feroz enemigo de los comunistas chinos, por la sencilla razón de que luchaba contra los japoneses. Otra cosa fue la ambición política de los comunistas autóctonos de la piel de toro.

El material aéreo enviado por la URSS estaba compuesto por solo cuatro modelos: dos cazas, uno de tipo “interceptor avanzado” (el Mosca) y otro de tipo “agil biplano tradicional” (el Chato), un bombardero rápido pequeño (el Katiuska) y un “avión de asalto” sucesor directo del DH.4 (llamado en España Natacha o Rasante). La llegada de material de la URSS fue espasmódica, con oleadas de entregas seguidas de largos meses sin que llegara un tornillo. Hay que tener en cuenta que los aviones soviéticos llegaron por barco al principio, cruzando todo el Mediterráneo, y que cuando esta ruta se abandonó por demasiado peligrosa, a causa de los ataques de submarinos italianos, fue necesario adoptar la larga ruta maritima por el norte hasta la costa atlántica francesa.

Allí se cargaban en camiones y trenes e intentaban llegar a la frontera de Francia con Cataluña, abierta o cerrada a capricho del gobierno francés. También fue relativamente invariable en cuanto a la calidad de los modelos enviados: Supermoscas en lugar de Moscas, I-15 bis en lugar del primer modelo enviado y R-Z en sustitución del R-5. Aunque tomaron buena nota de las prestaciones de sus aviones en la guerra de España, los soviéticos nunca tuvieron un programa formal de ensayos como el alemán. En realidad, Stalin sugirió desde el principio que la República fabricara ella misma sus aviones e intensificara la formación de sus pilotos, con vistas a alcanzar una autosuficiencia que le permitiera depender menos de la ayuda directa soviética.

 

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