Los emprendedores son la panacea de la economía: la solución del paro y de la crisis en general. En lugar de trabajadores resentidos o parados desesperados, lo que quiere el Gobierno y la Patronal al unísono es un país de emprendedores: seres beatíficos que trabajan 16 horas al día, con o sin salario, crean una empresilla y con suerte, al cabo de unos años ganan dinero y crean unos cuantos puestos de trabajo. Si no tienen éxito, lo más probable es que sus padres o amigos se queden en la calle, porque el banco les embargará el piso que ellos, incautos, pusieron de garantía para el préstamo que necesitaba el emprendedor para arrancar el negocio. A esta negra perspectiva responde el Gobierno, formado en un 95% por funcionarios del Estado, que verdaderamente en España no hay espíritu emprendedor, aquí todo el mundo quiere ser funcionario. Muy interesante es la actitud del gran empresario español (los pequeños bastante problema tienen en sobrevivir día a día como para pensar en esas cosas). El gran empresario español valora mucho el emprendimiento, la innovación y el riesgo. Valora tanto estas cosas que prefiere no ponerlas en práctica, no sea que se vayan a estropear al tocarlas. Habiendo ganado su dinero usando las mismas técnicas de management que pusieron a punto los fenicios el año 3.200 antes de Cristo, el gran empresario español tiene en un altar la RSE, el e-learning, las Corporate TIC Greening Tools, el Blue Business y el Z-approach, aunque se guarda mucho de ponerlos en práctica, ya que lo suyo es generar valor para el accionista, es decir ganar dinero a espuertas, usando dos procedimientos infalibles: despedir a la tercera parte de la plantilla y reducirles el sueldo en un 33%.