Refinerías enormes

El petrolero Aleksey Kosygin. Fotografía de Kazimierz Kotlewski hallada en wesselfinder.com

Que por mayo era, por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, concretamente el 29 de mayo de 2014. El petrolero de bandera liberiana Aleksey Kosygin, de más de un cuarto de kilómetro de largo (280,5 metros), más de 160.000 toneladas de desplazamiento (peso total) y unas 90.000 toneladas de carga arribó triunfal al SuperPuerto de Bilbao (se le llama así habitualmente, cosas del bocho) cargado hasta los topes con una mezcla infame de arena y alquitrán. La mezcla procedía de Canadá, había sido obtenida arrasando muchas hectáreas de terreno y llegaba a Bilbo vía Texas y Aruba. Su destino era la megarefinería de Petronor, en Muskiz, donde intentarían convertir las arenas bituminosas canadienses en productos comerciales como gasóleos y gasolinas, generando de paso valor a espuertas para los accionistas.
Petronor es una de las dos joyas de la corona petrolífera de Repsol, la otra es la refinería de Cartagena en Escombreras (Murcia). Petronor (Petróleos del Norte, buen título para una novela) patrocina el Athletic Club de Bilbao, el único de primera división que no admite extranjeros de ningún tipo en su plantilla a no ser que sean además vascos, y es propiedad en parte de BBK, Bilbao Bizkaia Kutxa. El resto pertenece a Repsol, lejana heredera de la Campsa de tiempos de la dictadura de Primo de Rivera y otras empresas petroleras estatales y paraestatales creadas durante el franquismo y después. Repsol, según la Wikipedia, es la combinación de las tres primeras letras de REPESA (REfinería de Petróleo de Escombreras, SA) y de las tres letras del SOL de España, pero no se dedica a la energía solar ni de lejos. Las dos refinerías de Bilbao y de Cartagena están recibiendo enormes inversiones estos últimos años. Pueden procesar unos once millones de toneladas de crudo cada una, la cuarta parte del consumo de todo el país.
Hay nueve refinerías de petróleo en España. Antaño estas enormes instalaciones apenas daban abasto para traer crudo de México, Arabia Saudí, Nigeria, etc, convertirlo en gasolinas variadas y alimentar la creciente flota nacional de coches privados. Pero la crisis ha hecho caer estrepitosamente el consumo interno, y la solución ha sido convertir España en una gran fábrica internacional de productos petrolíferos acabados, como lubricantes, gasóleos, materias primas plásticas, etc. Mientras la industria petrolífera mantenga estrangulado en la cuna al coche eléctrico, todo irá bien, y los penachos de humo seguirán ondeando sobre Muskiz y Cartagena por muchos años.

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