La llamada apropiadamente Bola del Mundo, en la sierra del Guadarrama, era el centro del poder blando del franquismo, con su potente emisora de radio y televisión a más de 2.000 metros de altura. Era idea general que la Bola del Mundo era el único emisor, mientras que las demás antenas repartidas por el país eran meros “repetidores” –y así se llamaban– de la señal que llegaba de Madrid.
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Tochos: El museo del franquismo