Un Douglas Globemaster II del servicio de transporte aéreo militar de los Estados Unidos, a mediados de la década de 1950.
Entre 1955 y 1957, cientos de aviones militares y civiles volaron a la profunda soledad del Ártico en la mayor operación de transporte aéreo desde el puente aéreo de Berlín. Como en el abastecimiento de la capital alemana, se trató de otra batalla de la guerra fría. En esta ocasión, los aviones debían ayudar a llevar el material necesario para construir una formidable cadena de estaciones de radar en el borde norte del continente americano, dentro del Círculo Polar.
La cadena de bases era conocida como la línea DEW (Distant Early Warning, Alerta Lejana Temprana) y era una especie de línea Maginot electrónica contra la amenaza de los bombarderos soviéticos. La ruta URSS-USA a través del Polo Norte la habían abierto pilotos soviéticos en 1937, y veinte años después seguía siendo la más lógica para un ataque aéreo procedente de la URSS. La DEWline estaba formada por una treintena de bases repartidas entre Alaska y Canadá, y su construcción requirió montañas de material.
Las operaciones empezaban utilizando avionetas para dejar caer algo de equipo ligero en el terreno elegido. Con la ayuda de mano de obra local, pronto estaba lista una pista improvisada donde podían aterrizar aviones mayores, como el Bristol Freighter, llevando excavadoras en su panza. Entonces comenzaba el trabajo en serio hasta que la pista adquiría las dimensiones necesarias para acoger al majestuoso Globemaster II, el carguero de más capacidad de la fuerza aérea de los Estados Unidos por entonces, capaz de llevar hasta 25 toneladas de material.
Se construyeron decenas de pistas de tamaño globemaster, y en conjunto los aviones, militares y civiles, estadounidenses y canadienses, llevaron más de 140.000 toneladas de suministros a la linea DEW(1). Según Flight, «tan espectacuar logro, nacido por el miedo a los ataques aéreos, podrá pronto ayudar al desarrollo de extensos nuevos territorios (2)». No fue así. La línea DEW, muy cara de mantener, se reveló pocos años después inútil ante la aparición de nuevos procedimientos de vigilancia electrónica.
Muchos años después, la comunidad autónoma de Nunavut se encontró con que más de la mitad de las abandonadas estaciones de la línea DEW estaban en su territorio. Su uso turístico es muy limitado, y estaban repletas de toda clase de materiales indeseables en un ecosistema tan frágil como el Ártico, incluyendo variedad de metales pesados y gran cantidad de PCB, un compuesto muy usado en instalaciones eléctricas. Tras algún forcejeo diplomático, el gobierno de los Estados Unidos accedió a pagar parte de los gastos de limpieza y descontaminación de las estaciones abandonadas.
(1) G.O. Ekstedt: The DEW Line History. Western Electric Company (1958)
(2) Flight: «Radar-Chain Airlift» 26 de agosto de 1955
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