La masacre de Constantina

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Un Martin Marauder de l’Armée de l’Air en Argelia, 1945.

 

La lucha para impedir que ondease sobre la manifestación la bandera del Partido del Pueblo Argelino, que luego sería la bandera de Argelia, fue la chispa que encendió la masacre el 8 de mayo de 1945 en Sétif, Constantina, una región costera del este del país. Los partidos anticolonialistas habían convocado una manifestación ese día como se convocaron muchas en todo el mundo para celebrar el final de la guerra en Europa. La rebelión prendió por todo el antiguo departamento de Constantina.

Los insurrectos mataron a un centenar de franceses, muchos de ellos en alquerías aisladas en el campo. Los franceses raziaron la provincia durante dos semanas y acabaron con más de mil argelinos según cifras oficiales. La proporción habitual de víctimas en las guerras coloniales de 1:100 sugiere que fueron muchos más.

La Armée de l’Air no tenía muchos efectivos en Argelia en aquellos días, estando destacadas la mayoría de sus unidades en Europa. La mayoría de los aviones disponibles eran norteamericanos, B-26 Marauder,  P-39 Airacobra y Douglas Dauntless. El Marauder era el único bombardero disponible, y fue utilizado en toda clase de misiones. El resto de los efectivos era una heterogénea colección de aviones de transporte y de reconocimiento, encargados de los vuelos de enlace, transporte de tropas y reconocimiento del terreno.

Durante las dos semanas que duró la masacre, los Marauder y Airacobra de la Armée de l’Air sobrevolaron el territorio de Constantina bombardeando y ametrallando a los grupos insurrectos –difíciles de localizar– y las mechtas (aldeas) donde se suponía que encontraban refugio. Hay que tener en cuenta que no se trató de una sublevación  organizada, sino de una revuelta espontánea contra la que la aviación actuó al modo colonial clásico, mediante ataques aleatorios de escarmiento a falta de ningún enemigo identificable con claridad.

Otra misión frecuente en aquellos días según los informes franceses fueron los vuelos de intimidación, llamados así, «vols d’intimidation». Era la misión más antigua de la aviación colonial, la de «ondear la bandera» y mostrar la fuerza de la metrópoli volando sobre los indígenas. En Constantina en 1945 estos vuelos, según las autoridades militares, tenían un triple objetivo: tranquilizar a la población europea, especialmente a la aislada en sus alquerías, mantener en el camino recto a los indígenas vacilantes sobre si unirse a la insurrección o no, dándoles «una impression salutaire de force» y por último asustar a los elementos unidos a la rebelión (1).

(1) Informe del Estado Mayor del Ministerio del Aire, 17 de mayo de 1945, hallado en jeanyvesthorrignac.fr
 
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