Los Chatos de la Gloriosa

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El primero de los Chatos fabricados en España se entregó en julio de 1937, cuando la batalla de Brunete tocaba a su fin.

 

“– Mírala, la llaman La Gloriosa.– ¿Y eso? – Es que su marido es chato”

El chiste de L’Esquella de la Torratxa muestra a las claras que el Polikarpov I.15 “Chato” caló hondo en la mitología republicana, donde este rechoncho avión cumplió más o menos el mismo papel que cumpliría años después del Spitfire en Gran Bretaña. La prensa de la zona roja estaba llena de descripciones de las hazañas de “nuestros chatos”, como se les solía llamar. Eran el tipo de avión más numeroso con que contaban las Fuerzas Aéreas de la República, con unos 450 ejemplares en total, unos 180 llegados de la URSS a los que había que sumar los casi 300 fabricados en España.

El otoño de 1936, el Gobierno republicano había ordenado el traslado de la fábrica de CASA de Getafe a Reus, en Cataluña, donde volvería a funcionar como SAF-3, convirtiéndose en uno de los principales talleres de fabricación de armamento del precario complejo militar-industrial que se creó en Levante durante la guerra. En colaboración con la SAF-16 de Sabadell, antigua CASTAN (Construcción de Aviones y Servicios Técnicos Aeronavales) y la ayuda de otras factorías más pequeñas, consiguió fabricar 282 Chatos desde el verano de 1937 hasta el fin de la guerra [1].

Mientras esto pasaba en Cataluña, el director de CASA estaba en Alemania gestionando la obtención de licencias de fabricación para varios tipos de aviones, entre ellos el Junkers Ju-52 y el Heinkel He-111. La empresa aprobó una ampliación de capital y en marzo de 1939 trasladó la fábrica de Cataluña otra vez a Getafe, aunque antes dio tiempo al parecer para fabricar los últimos 18 Chatos, ya para la Aviación Nacional, hasta completar con ellos los 300 aparatos fabricados.

En noviembre de 1938, la ceremonia de despedida de las brigadas internacionales en Barcelona fue sobrevolada por una formación de Chatos, que dejaron caer octavillas conteniendo un poema de Miguel Hernández escrito para la ocasión. A esas alturas el rechoncho avión llevaba dos años participando en todos los frentes de la guerra, funcionando principalmente a la defensiva frente a la aviación nacionalista, intentando frenar las expediciones de bombarderos y cazas que atacaban el territorio republicano. También se los utilizó para el ataque a las fuerzas enemigas en tierra, con menos éxito que los Heinkel He-51 nacionales. Así es como se ganaron un puesto en la cultura republicana. Como decía la canción,

Cuando van los «chatos»
por el cielo azul,
cuando van los «chatos» por la inmensidad.
Esas alas negras
del fascio mundial
que asesinan niños
de la población leal,
huyen alocadas
con miedo cerval.[2]

———-

[1] TEJO GONZÁLEZ, JL Y MARTÍNEZ CABEZA, JA: 75 aniversario de CASA. Hechos e hitos de un largo camino. Aeroplano (nº16, 1998)
[2]»Alas Rojas». Texto: Félix Vicente Ramos. Música: Carlos Palacio

 

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