Se ha acusado al CR.32 y su sucesor directo el CR.42, ambos diseñados por el reatino Celestino Rosatelli, de contribuir a la derrota del Eje al hacer pensar a los planificadores militares italianos que los ágiles biplanos con motores poco potentes podían hacer frente a los rápidos monoplanos de caza. La idea se originó en la primera guerra mundial, cuando tanto británicos como alemanes pusieron en vuelo superágiles triplanos para combatir a los cazas enemigos biplanos o monoplanos.
En realidad el CR.32 voló antes que dos famosos biplanos de caza de la época, el Gloster Gladiator y el Polikarpov I.15, y en la guerra de España confirmó completamente la validez de la idea de superioridad de la agilidad sobre la fuerza bruta al enfrentarse al compacto Mosca republicano (Polikarpov I.16). Pero hay que tener en cuenta que la industria italiana era incapaz de fabricar los motores de más de 1.000 hp que necesitaban los monoplanos rápidos. Cuando tuvo estos motores, produjo aviones sensacionales, como el Fiat G.55 o el Macchi Veltro.