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Cuando Europa apagó las luces

Una imagen de Londres oscurecido bajo el ataque de un zeppelin. Fragmento de un cartel de reclutamiento (1915)-Wikimedia Commons

La tarde del 3 de agosto de 1914, contemplando desde la ventana de su despacho en el Foreing Office la oscuridad que invadía Sr. James Park y las lámparas que empezaban a brillar débilmente en el Mall, el ministro de asuntos exteriores británico, que llevaba dos semanas viendo y participando del resbalar sonámbulo del viejo continente hacia la guerra –el Imperio británico declaró la guerra al Imperio alemán el día siguiente– se volvió a su invitado y le dijo “Las luces se están apagando en toda Europa, y no volveremos a verlas encendidas en lo que nos queda de vida”.

La redonda frase del ministro se volvió literal unas semanas después. Dirigibles y aviones alemanes habían lanzado bombas sobre algunas ciudades no muy lejos de la línea del frente, como Lieja o incluso París, y Londres era evidentemente un blanco enorme y muy tentador. Pilotos británicos habían informado que nada excepto la más completa oscuridad podía impedir que Londres destacara como un faro en el sur de Inglaterra.

Al principio, sabiendo que solo los zeppelines podían alcanzar la ciudad y pensando que la amenaza no era inminente, se plantearon toda clase de soluciones parciales para oscurecer un tanto la ciudad pero sin volver inseguro el intenso tráfico de vehículos ni asfixiar a los negocios. La tensión entre estos dos objetivos continuó mucho tiempo después. En septiembre de 1916 Nottingham y dos docenas más de localidades presentaron una petición para que todo el tráfico por ferrocarril (y su iluminación correspondiente) se interrumpiera cuando hubiera una alarma de bombardeo. La petición fue rechazada, pues se consideró que paralizaría buena parte de la economía del país. Por el lado contrario, a comienzos de 1917, la región textil de Lancashire solicitó una mejora del alumbrado sobre la base de que era peligroso para los trabajadores, la mayoría de ellos chicas jóvenes, ir y venir del trabajo a casa a través de calles oscuras.

El oscurecimiento de una gran ciudad era una experiencia nueva. En Londres la noche dura 17 horas en invierno y unas 8 en verano, y todo ese tiempo había sido realmente lóbrego hasta que llegó el alumbrado de gas y después el eléctrico. Ahora toda esa magnificencia debía ser inutilizada, por culpa de otra tecnología reciente, la aeronave de bombardeo. Los londinenses se acostumbraron a vivir en un mundo sombrío, con las luces de las calles mortecinas, el interior de tranvías y autobuses en semioscuridad y los escaparates de las tiendas en penumbra. El 1 de octubre de 1914 se dictaron normas para el oscurecimiento total.

Los zeppelines llegaron a comienzos del año siguiente. La armada alemana había conseguido convencer al Káiser de la necesidad y la posibilidad de bombardear Londres. Guillermo II no apreciaba la idea tanto como sus almirantes, lo que no es extrañar si se tiene en cuenta que muchos de sus parientes más cercanos vivían en Londres. Al final se llegó a un compromiso. Las aeronaves alemanas usarían la zona portuaria de la ciudad como objetivo oficial (estaba llena de blancos militares aparentemente legítimos) y no lanzarían una sola bomba al oeste de Charing Cross, que era donde vivía la gente de orden de Londres, incluyendo su primo Jorge V. En realidad tal prurito de precisión resultaba ridículo, pues los ataques de los zeppelines, que se prolongaron más de dos años hasta que los bombarderos tomaron el relevo a mediados de 1917, eran casi completamente aleatorios. Las bombas caían sin ninguna lógica, en Hull cuando se quería bombardear Londres, y en cualquier punto de la ciudad cuando las grandes aeronaves acertaban a dar con ella, lo que no era tan fácil. Esta pauta de ataques azarosos, silenciosos y de poca intensidad resultaba muy parecida a la una organización terrorista, y generó una cierta psicosis durante las “Zeppy nights”. (1)

1- Civilian Morale Under Aerial Bombarment, Hilton P. Gossm dec. 1948 (US Air University Documentary Research Study) Documentary Research Division – Air University Libraries – Air university – Maxwell Air Force Base, Alabama.

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