Un hombre al que le dolía mucho la cabeza fue al centro médico y solicitó un TAC (Tomografía Axial Computerizada). El médico le miró de arriba abajo: «No hacemos TACs así como así». «Por dios, doctor –respondió el hombre– me duele muchísimo la cabeza, seguro que es un cáncer. «Tal vez, pero con los nuevos criterios de rentabilidad, solo podemos hacerle un TAC cuando traiga un bulto de tamaño considerable». «¿Los nuevos criterios?» «Bueno, vaya a ver al administrador. Yo de eso no se nada». El administrador le explica el asunto. «Ahora funcionamos con criterios de rentabilidad. Por ejemplo, hacerle un TAC a usted no es rentable». ¿Por qué?» -pregunta el hombre, angustiado. «Muy sencillo. Cada TAC que hacemos reduce los beneficios de la empresa que ahora gestiona el hospital». El hombre con dolor de cabeza se va a ver a la empresa que gestiona el hospital. Le recibe muy amablemente el mismo CEO (Chief Executive Officer). «No es culpa nuestra que no podamos hacerle un TAC. Somos propiedad de un fondo que exige rentabilidad». Ya en el fondo de inversión, un amable empleado atiende al hombre con dolor de cabeza. «No es cosa nuestra: nos limitamos a conseguir la rentabilidad que el banco ha vendido a su inversores». Por fin, en la sucursal del banco de su barrio, el hombre con dolor de cabeza habla con el director, al que le une cierta amistad. «Pues claro. Tu querías que tus ahorros te rentasen y nosotros los metimos en el fondo propietario de la empresa que gestiona el centro médico. Eres tú mismo el que te ha negado el TAC. El hombre asiente tristemente y se va a comprar una tonelada de aspirinas.
Moraleja
Si tu dinero has metido en un fondo para que te rente,
¡sácalo de ahí inmediatamente!